Un estándar para evaluar personas

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Siempre me ha gustado la escuela. Me gusta aprender y me gusta enseñar, disfruto mucho estudiar y me encanta preparar clases. Cuando era niña me encantaba jugar a la escuelita y me gustaba ser la maestra. Cuando estaba en la preparatoria, daba clases de matemáticas los sábados a los alumnos que tenían dificultades. Más tarde, ya en la universidad, ayudaba a dar clases de danza. Ya titulada, mi segundo empleo fue dar clases.

Como para mí la educación es algo tan valioso, yo solía pensar que las personas que eran dedicadas en sus estudios, eran mejores persones que las que no lo eran. Sin importar las calificaciones finales, me gustaba ver compromiso y dedicación en los estudiantes, ya sea que fueran mis compañeros o mis alumnos; yo veía las cosas «si es dedicado en al escuela es buena persona» y viceversa. Mi estándar de calidad humana estaba medido por el compromiso académico. Pero un día me sucedió algo y empecé a darme cuenta que así no funcionan las cosas: Yo estaba en los primeros meses de embarazo de mi hijo y esperaba a que el maestro de la clase previa saliera del salón para yo entrar a dar mi clase. Empecé a sentirme mareada, como que me iba a desmayar y, para mi sorpresa, acudieron a socorrerme las alumnas que tenían el más bajo rendimiento del grupo, las que no trabajaban, no se esforzaban, no entregaban las tareas y platicaban toda la clase. Aunque ellas no tuvieran el mismo interés académico que yo, eran capaces de tener otras virtudes.
Unos años más adelante, me encontré con otro peculiar grupo de alumnos. Los alumnos talentosos y aplicados, también usaban drogas. Alumnos que eran descuidados e impuntuales en las clases, trabajaban para ayudar al sostén de su familia. Así que he aprendido algo: Mi estándar de calidad humana es de lo más imperfecto que hay. Tal vez tú midas a las personas según otra lente, tal vez las midas por el dinero que tienen o por la talla de su cintura o por algún talento deportivo o artístico o por su apellido o éxito profesional o por su carisma/popularidad o por su altruismo o por la facilidad que tiene para memorizar citas bíblicas o por su perfecta asistencia y puntualidad a los servicios dominicales.
¿A dónde voy con todo esto? A que cualquier estándar que nosotros podamos tener para evaluar y etiquetar a las personas de nuestro alrededor suele ser imperfecto y totalmente tendencioso porque evaluamos a las personas según nuestras propias preferencias y prioridades. Por otro lado, el Dios Eterno, evalúa a las personas según otro estándar más perfecto, divino, sagrado, que ninguno de nosotros es capaz de utilizar:

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
‭‭Jeremías‬ ‭17:9-10‬ ‭RVR1960‬‬

Dado que solo él tiene la capacidad de conocer a fondo los corazones y mentes, solo él puede saber exactamente de qué está hecha una persona. Solo él puede juzgar la calidad humana. Solo él puede dar el veredicto final acerca de alguien, independientemente de la opinión de los demás o incluso de la opinión que uno tenga de sí mismo, de si uno se cree muy bueno o si creemos que somos nefastos. Cualquier estándar humano para medir la bondad o maldad de una persona es falible pero, si nosotros queremos tener una idea de si estamos haciendo las cosas bien o mal, podemos hacer dos cosas:
1. Dejar de mirar a los demás y mirar nuestra persona.
2. Evaluarnos a la luz de las Escrituras.
Dios nos ha dado en su Palabra el más perfecto estándar de lo que debemos ser. Sin lugar a dudas, es el criterio exacto que nos dicta el camino que más nos conviene para que obtengamos el mejor fruto de nuestra vida. Al leerla podemos encontrar luz, una dirección, propósito y sentido a nuestras vidas; no tenemos que usar lentes imperfectas para inspeccionar a las personas, sino que la Biblia misma pone de manifiesto quienes somos y quienes podemos llegar a ser.
Así que rompí mis lupas, tiré mi rollo de etiquetas y me dediqué a leer la Biblia más a menudo.

Texto adicional: La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Nada de lo que Dios creó puede esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.
‭‭Hebreos‬ ‭4:12-13‬ ‭RVC‬‬

Cuando Dios responde «no»

image¿Alguna vez han pedido algo a Dios día y noche? ¿Alguna vez han orado por algo desde lo más profundo y sincero de su corazón?¿Alguna vez han orado por algo durante años? ¡Qué felicidad cuando por fin vemos el fruto de nuestra oración! ¡Qué gozo ver nuestros anhelos cumplidos! ¡Qué regocijo cuando la petición de nuestro corazón se ve materializada!
A veces eso que queremos está a una oración de distancia. Cuando recién empezaba a manejar, me daba nervios ir al centro por el mucho tráfico y lo difícil que era encontrar un lugar donde estacionar con facilidad. Entonces oraba y le pedía a Dios que me pusiera un lugar amplio para mi poca experiencia como conductora. Entonces sucedía. Justo en medio del caos vial había un lugar esperándome para que yo llegara y lo tomara. Se me hacían agua los ojos y le daba gracias al Señor por bendecirme aun en esas pequeñeces tan cotidianas. Pasó el tiempo, me hice cada vez mejor conductora y Dios dejó de responder esas oraciones. Yo ya tenía la habilidad para resolver la situación de otra manera, seguir orando por un lugar era como abusar de la gracia, mis oraciones ahora eran más profundas, ya no oraba por lugares, sino por la salvación de mi familia. Entonces sucedían los milagros. Mi hermano, mi mamá, mi papá… Todos viviendo para Jesús.
A lo largo de mi vida he orado por muchas cosas, por las cosas grandes y por las pequeñas, por las trascendente y por las insignificantes. Debo decir que El Señor siempre ha contestado cada oración; sin embargo, su respuesta no siempre ha sido la que yo esperaba oír. A veces ha sido, «espera, más adelante»; otras veces ha sido: «tú pediste dos, pero toma 20» (y todo lo que eso implica); otras veces su respuesta suena como «sé que tú querías manzanas, pero te voy a dar uvas». La respuesta que más me cuesta trabajo aceptar es «no».

Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.»
‭‭Mateo‬ ‭7:7-8‬ ‭RVC

Al que llama se le abre, invariablemente, siempre, cada vez. Nuestro Padre Celestial nos atiende cada vez que acudimos a Él. El sacrificio de Jesús y su resurrección, ha hecho posible que las puertas de nuestro Padre estén siempre disponibles para los que nos hemos convertido en sus hijos. Si las Escrituras dicen con toda certeza, que si llamamos, se nos abrirá, si pedimos, se nos dará ¡no debemos dudarlo porque es cien por ciento seguro!
Y es aquí donde aparecen los «peros», las veces dónde podríamos decir que Dios no ha contestado alguna oración, especialmente aquella por la que hemos orado unas mil veces y no vemos una respuesta, ni un resultado favorable. Tal vez oraste por un terrible examen de matemáticas y lo reprobaste; o quizás oraste por un empleo que no te dieron; probablemente oraste por un milagro de salud y la enfermedad prevaleció. Ya he estado ahí, cuando he orado esperando una respuesta definida, es decir, orar para que Dios haga algo específico y al final sucede otra cosa ¡sí sé lo que se siente! Lo que he aprendido de ello es que Dios sí escuchó mi oración, sí respondió mi llamado, pero él decidió decir algo diferente a lo que yo quería oír, decidió responder a mi oración con un no. Ese no puede ser un «no ahora» o puede ser un «no» definitivo e irrevocable ¡pero Dios sí escucha! ¡Dios siempre responde!
Lo que hacemos con su respuesta es otra historia. Podemos aceptar humildemente su voluntad y vivir agradecido por las cosas que nos ha dado o podemos ser como niños berrinchudos cuando papá dice que no al helado de chocolate. ¿Por qué ese papá dice que no al helado? Puede ser porque el niño tiene amigdalitis o porque no comió sus verduras o porque ya es hora de dormir o porque simplemente tiene que aprender a postergar o porque hay un gran pastel esperando en casa o por alguna otra buena razón. Pues bien, nuestro Padre Celestial puede decidir no darnos algo que pedimos por alguna muy buena razón y él puede decidir darnos una explicación o no darla ¡Es Dios! Nuestra postura debe ser de total confianza de que si su respuesta es no, es porque no lo necesito, no me conviene, no es el tiempo o no es para mí. Si en verdad he rendido mi vida a El, debo confiar plenamente que su respuesta a mi oración es la mejor respuesta, no hay otra mejor; por lo tanto no debo amargarme al no obtener lo que quería en el tiempo y la forma que lo quería. Tal vez esta idea no es tan popular ni alentadora pero sí me permite vivir con gratitud y satisfacción. No importa si estaba orando porque cayera en el país deseado cuando jugaba al turista o por un milagro de salud. Yo debo seguir orando, sin cesar; y sea cual sea su respuesta, debo mostrar contentamiento, siempre, sin perder la paciencia ni la fe. Me ha costado aprenderlo, pero he visto la mano de Dios tantas veces en mi vida y en la de mi familia que he aprendido a confiar.
¿Qué hay de ti? ¿Eres un hijo de Dios contento o berrinchudo? ¿Aceptas un no como respuesta? ¿Cómo actúas cuando tu oración no es respondida de inmediato y debes perseverar?

Texto adicional: El Señor no aparta sus ojos de los justos; sus oídos están siempre atentos a su clamor. Salmos‬ ‭34:15‬ ‭RVC‬‬

 

A ustedes, los padres

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Ustedes los padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten. Colosenses 3:21

¿Qué tal los festejos de día del padre? ¿Mucha fiesta? ¿Un deliciosos restaurante? ¿O una reunión en casa del abuelo? Las historias y anécdotas abundan en cada familia, haciendo añoranzas de la niñez o remembranzas de un padre que ya no está más en esta tierra. Así como para el día de la madre hice un estudio, por el día del padre, quiero estudiar una cita, para ver lo que Dios quiere decirnos.

Hablando de un contexto, la iglesia levantada en Colosas estaba siendo víctima del sincretismo. Falsos maestros mezclaban ocultismo, prácticas paganas, legalismo judío y cristianismo. La carta fue escrita para asentar los fundamentos correctos, más allá de los errores o del parecer cultural de algunos. La carta a los colosenses es muy similar a Efesios, pues comparte cerca de 70 versos que son equivalentes, pero al mismo tiempo es única, pues contiene 28 palabras que no se encuentran en otro texto de Pablo y 34 que no aparecen en todo el nuevo testamento.

Habría que empezar el estudio por definir quienes son los padres. Esta palabra es “pater” en el original, la cual hace referencia a un padre, ancestro, patriarca, un protector, un maestro  e incluso a Dios como Padre. Aunque en español usamos la palabra padre para hacer referencia a mamá y papá, la Biblia usa una palabra específicamente en genero masculino. Esto significa que este verso está dirigido principalmente al padre de familia, más a que la madre. En nuestro país, mucho se ha dicho que la educación espiritual y moral de los hijos es responsabilidad de las mamás, pero la Biblia, dice otra cosa. Un padre debe ser un maestro, un protector y el principal guía espiritual. Obviamente que la mamá también debe guiar a sus hijos a Cristo; sin embargo, este verso nos muestra claramente el error cultural de sacar a papá de la ecuación. No hay excusa de que trabaja mucho, de que no tiene tiempo, de que a las nenas las enseña mamá, de que la que tiene que orar es exclusivamente ella.

Luego viene la palabra Exasperar. En griego, tiene un significado amplio: estimular, excitar, provocar, incitar. Si vemos un paralelismo con Efesios 6:4 entenderemos que la provocación tiene una connotación negativa, encaminada a la ira, a lastimar, irritar y enfurecer. Hay muchas maneras en que un padre puede exasperar a sus hijos. Lo más obvio es cuando hay un trato injusto ¡cuántos chicos claman que su papá les ha tratado injustamente! También se puede exasperar a un hijo, cuando se le maltrata, cuando se le humilla, cuando se le exige demasiado o se les exige aquello que no se le ha enseñado, cuando se le sobreprotege o cuando la disciplina es excesivamente dura. Pero hay otra manera terrible de exasperar a los hijos: cuando se les excluye, se les ignora, se les abandona, cuando no se atienden sus necesidades, cuando no se les muestra cariño. Como mamá de un par de adolescentes veo a muchos otros niños y principalmente niñas, que viven con un padre ausente. No hay divorcio, no hay problemas matrimoniales, pero hay un padre que no crea vínculo y unos hijos que no se sienten amados. No importa cuánto desarrollo laboral tiene el papá, hay hijos vacíos. No importa si el papá es un ciudadano ejemplar, los hijos están resentidos con papá. De manera inconsciente, papá dedica su vida a su profesión, ministerio o intereses personales, creyendo que hace las cosas bien. De manera inconsciente los hijos reflejan en su conducta el dolor de su corazón. No hay cariño, no hay amor, no hay una relación afectuosa, no hay un entrenador espiritual en casa a quien los hijos puedan admirar y por ello los chicos carecen de identidad espiritual pero lo peor es que, al igual que la iglesia de Colosas, muchos creen que esa es la norma aceptable, sin darse cuenta de que es la cultura del mundo insertada en la pequeña iglesia llamada hogar.

Cuando este texto habla de hijos, habla tanto de hijos naturales, como espirituales. Pero como el párrafo está hablando de los vínculos familiares, podemos entender que se trata principalmente de los hijos naturales, sin hacer distinción si son biológicos o adoptivos. Para una definición más abundante de hijos, leer el estudio «La mujer se salvará».

La última palabra del verso es desalentar, que viene del griego “adsuméo”, que significa sin espíritu, sin corazón, sin pasión, sin coraje. Esta es una de las palabras que no se repite en todo el nuevo testamento y que no tiene otra aplicación o traducción en otro versículo. Por lo tanto, descorazonar o matar el espíritu de los hijos es algo que se da en la casa, según se lee en este texto específico de colosenses. Tal vez un chico sufra la violencia de algún compañero de la escuela o de un familiar, pero nunca le afectará tanto como cuando el padre es quien hiere, conscientemente o sin querer. Es impresionante ver cómo las mayores heridas las recibimos en casa, por eso,  no es que las Escrituras dan esta instrucción a los padres solo porque sí, sino que es dada porque Dios sabe que sucede, si no fuera así, no habría necesidad de incluir este versículo. Pero la triste realidad, es que papá y mamá nos equivocamos a diario en nuestra labor y si no corregimos y enmendamos el daño, podemos abatir el espíritu de nuestros hijos. Con esto no digo que se deje a sus hijos sin disciplinar y que los dejemos hacer lo que quieran. No, sino que si se disciplina, es porque previamente se les ha enseñado y porque nunca falta el amor, el cariño, las buenas maneras. Lo que se busca es corregir, no herir. Cuando observamos a un hijo desanimado, descorazonado, con espíritu inerte, debemos intervenir con prontitud para restaurarlo y que vuelva a estar en la calidad espiritual que Dios planeó para el o ella ¡ese es el trabajo de un padre!

Aunque es un texto dirigido a papá, yo como madre, me pongo las pilas, tomo ejemplo y me pongo a trabajar en no exasperar a mis hijos. Seguro me voy a equivocar, pero estaré al pendiente, buscaré fortalecer el espíritu de mis hijos y ¿saben qué es lo que más me motiva a hacerlo? Saber que yo misma tengo un Padre celestial que está interesado en mí, que me ama, que vivifica mi espíritu y nunca me exaspera con su acciones. ¡El Eterno me ama!

Una cucharada de misericordia

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Iba a ser un fin de semana diferente. En ese puente, mis padres viajarían a la boda de una prima, mi hermano se iba a un campamento y yo iba a ser operada de las muelas.
Para todas mis vueltas, me quedé con el carro de mi papá. Así que los llevé al aeropuerto y a mi hermano lo llevé al punto de partida del autobús. Lo último en mi lista era conducir hasta el consultorio. La cirugía duró más o menos una hora y después que me espabilé un poco y me dieron bolsas de hielo para mi cara, me subí al carro y conduje hasta mi casa pero, al llegar, un vecino tenía muchos invitados y la calle estaba llena de autos. Tuve que maniobrar mucho para lograr meter el carro a la cochera. Haciendo los cálculos, torcí el volante una vez más, pisé el acelerador y, cuando casi lo lograba, abollé el guardafango trasero derecho con el poste de la puerta. Me dejó de doler la boca y me empezó a doler el estómago. Sentí que mi papá iba a matarme cuando viera el tallón en su preciado carro. Pensé que si le llamaba para contarle no iba a disfrutar la fiesta familiar, así que decidí dejarlo gozar del viaje y que se enterara al regresar. Sobra decir que el fin de semana me pareció eterno a causa del susto y el dolor de mi boca.
Finalmente fui a recibir a mis papás y solté la sopa cuando mi papá estaba a dos metros de ver la abolladura, que había dejado una gran zona gris en lugar de la pintura roja. Cuando pensé que mi papá iba a darme la regañada del siglo, miró al cielo, masculló algo y finalmente dijo «ni modo, ya vámonos».

¿Dónde hay otro Dios como tú, que perdona la culpa del remanente y pasa por alto los pecados de su preciado pueblo? No seguirás enojado con tu pueblo para siempre, porque tú te deleitas en mostrar tu amor inagotable. Volverás a tener compasión de nosotros. ¡Aplastarás nuestros pecados bajo tus pies y los arrojarás a las profundidades del océano!
‭‭Miqueas‬ ‭7:18-19‬ ‭NTV‬‬

¡Cuánta misericordia y cuánto amor! Esa ocasión recibí una cucharada de misericordia por parte de mi padre natural, pero nuestro Padre Celestial, va mucho más allá, él se deleita en amarnos, en perdonarnos y en darnos una nueva oportunidad. Cada vez que tú y yo nos equivocamos podemos recibir su perdón y su amor al acercarnos a reconocer nuestra falta. Nos ama tanto que previó una manera de perdonarnos por la eternidad: envió a su hijo a morir por nosotros para pagar por nuestros pecados; los pecados no se podían quedar así, alguien debía pagar, pero en vez de pasarnos la factura, Jesús pagó por nosotros por los pecados pasados e incluso por los pecados futuros.
Una de las grandes maneras en que El Eterno muestra su amor y su perdón es que no saca a relucir nuestras antiguas faltas, no nos está recordando aquella ocasión en que pecamos de tal o cual manera, sino que Él entierra los pecados perdonados en lo profundo del océano. Como si estuviera dentro de una parábola viviente, mi papá jamás me reclamó por haber abollado su preciado auto, ni me hizo pagar la reparación, ni se negó a seguir prestándomelo para mis vueltas, ni me ha sacado a relucir la vez que se fue de viaje y a mí se me ocurrió golpear el guardafangos.

Toda este cúmulo de memorias me pone a reflexionar que he sido beneficiaria de la misericordia de Dios y de otras personas en muchas ocasiones, la gran mayoría de esas veces he recibido una misericordia inmerecida. Esto me llevó a una segunda reflexión: ¿Cómo reacciono yo cuando alguien estropea mis cosas? ¿Qué digo cuando alguien altera mi agenda? ¿Cómo me pongo al momento de ser yo la que ha de mostrar misericordia?
¿Qué hay de ti? ¿Cómo está tu balance entre la misericordia que recibes y la que ofreces?

Texto adicional: Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso.
‭‭Lucas‬ ‭6:36‬ ‭RVR1960‬‬

Que siga la fiesta

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¿Alguna vez les ha pasado que desde que empieza el día todo pinta mal? El despertador suena muy temprano, los pajaritos cantan demasiado alto, el agua de la regadera sale muy fría, el pantalón que me quería poner está sucio, la camiseta me queda muy ajustada, hay mucho tráfico, hace mucho sol, qué mal que no alcance a desayunar, la persona de al lado me mira feo, desfallezco de cansancio y apenas son las 10:00 am ¿suena familiar? Lo verdaderamente interesante es encontrar el origen de todas esas pequeñas fallas que hacen del día algo que se sufre, en vez de disfrutarse.

Todos los días del afligido son difíciles;
Mas el de corazón contento tiene un banquete continuo.
Proverbios 15:15 RVR1960

La Biblia dice que en uno mismo está la decisión de sufrir o disfrutar. Qué impresionante es el hecho de que para la persona que le gusta estar afligido, todo lo que sucede en su día le provoca angustia pero, para el que tiene el corazón contento, puede mantener su fiesta interna en cualquier situación. Entiendo que hay días realmente complicados y feos, donde yo creo que es comprensible que una persona esté muy afligida; sin embargo, este versículo se refiere a las pequeñas cositas que se convierten en tormenta para una persona que percibe todo con ojos de tristeza.
En mi vida, he tenido que aferrarme a esta cita para recordarme a mí misma, que el hecho de que si las cosas no salen exactamente como las había imaginado, no es el fin del mundo; que si el día toma un rumbo diferente al que había planeado, no tengo derecho a amargarle el día a los demás con mi actitud depresiva.

Así que elijo estar contenta, en paz, tranquila, con una pequeña fiesta ambulante en mi corazón. Aunque no esté eufórica las 24 horas del día, elijo ser de bendición para mí misma ¿por qué? Porque estar triste es agotador, consume las fuerzas y uno deja de ser productivo.

Y elijo ser de bendición para los demás, elijo ser más como una medicina, en lugar de ser como un virus que va por ahí contagiando de amargura a los demás.

Texto adicional: El corazón alegre es una buena medicina, pero el espíritu quebrantado consume las fuerzas. Proverbios 17:22 NTV

Dos casos de incredulidad

imageQuienes me conocen de manera cercana, saben que soy despistada. Mi mente va concentrada en muchas cosas y paso por alto los detalles que me rodean: Salgo corriendo a imprimir un cartel y cuando llego a la imprenta descubro que dejé la USB en casa; salgo más cargada que la India María para grabar a mis hijos en un recital y al descargar el equipo en el auditorio descubro que no tengo la batería.

Tengo muchos ejemplos como estos, pero un día sí lo hice bien. Mi esposo me pidió que llamara a la escuela de mis hijos y le solicitara a la secretaria que los sacara de clase y los tuviera listos en la oficina porque pasaría por ellos antes de la hora de salida regular, con mucha prisa, pues tenía un compromiso y no había un minuto que perder. Para no arriesgarme a que se me fuera el tiempo mientras terminaba otros pendientes, llamé a la escuela en cuanto colgué con mi esposo. La secretaria dijo que con gusto tendría a los chicos listos en la oficina a la hora solicitada. Estrellita para mí.

Mucho tiempo después de dicha hora, mi esposo y mis hijos llegaron a casa. Mi esposo me platicó que cuando llegó a la escuela, la secretaria lo atendió amablemente y muy amablemente fue al salón de los chicos… después de que terminó de hablar por teléfono. Cerca de 30 minutos más tarde los chicos llegaron a la oficina, ya que la agenda laboral de ese día se había arruinado. Y aquí viene la peor parte: en vez de estar molesto con la secretaria, estaba molesto conmigo por haber olvidado llamar. Cuando traté de explicarle que sí había llamado y que la que se había olvidado era ella, sentí que mi corazón se rompía en mil pedazos al oír su respuesta: que por favor aceptara mis errores y que reconociera que se me había olvidado algo una vez más.
Auch. Eso en verdad dolió, sobre todo porque esa vez sí había hecho lo correcto. Me dolió que no confiaran en mí, que no creyeran en mi palabra, que me tomaran por mentirosa. Finalmente, mi esposo se dio cuenta de su error, me pidió perdón y nuestra relación se restauró felizmente.

Tiempo después recordé esa experiencia cuando ahora yo era la que no había creído la palabra de alguien más: la de Dios. Me encontré a mí misma dándome cuenta que Dios tendría que ser paciente conmigo una vez más porque yo no había creído sus promesas. Había tomado mis propias decisiones como si los lineamientos de Dios fueran una farsa. Me comporté como si él no fuera digno de confianza. Cada vez que decidimos seguir nuestros propios caminos es como si entre paréntesis dijéramos «Dios no es digno de confianza, mejor lo hago a mi modo»; cuando tomo mis decisiones, fuera de su voluntad, lo estoy haciendo porque inconscientemente no creo que que él lo puede hacer mucho mejor que yo.

Si somos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí mismo. ‭2 Timoteo‬ ‭2:13‬ ‭RVC‬‬

¡Dios permanece fiel! No puedo estar más que agradecida por saber que aunque a veces yo confío más en mí misma que en el Señor, él es fiel, es paciente, me demuestra una vez más que él es digno de confianza, que lo mejor que puedo hacer es poner mis ojos solo en él. Aunque yo olvide sus promesas, él no las olvida y en su tiempo las cumple. Lo bueno de que Dios no sea un humano, es que su amor, su gracia, su misericordia y su perdón, son infinitos; si nos ponemos a cuentas, él nos da una nueva oportunidad, no se deprime, no se queda sentido, ni corta su relación con nosotros; nos ama tanto que, a pesar de nuestra infidelidad, mantiene firme su Palabra. ¿Acaso no es esto una excelente noticia?

Texto adicional: Dios, que es la Gloria de Israel, vive para siempre. No miente ni cambia de parecer. No es como los hombres que cambian de opinión. 1 Samuel 15:29 PDT

La mujer se salvará

imageEl pasado día de las madres experimentamos un gran intercambio de tarjetas, fotos y notas digitales en las redes sociales. Uno de los mensajes compartidos fue el del estudio de hoy, el cual siempre es causa de polémica. Total que mejor me fui a urgar el texto para saber a qué se refiere el Señor.

Para entender este verso, hay que conocer el contexto. La iglesia que Timoteo estaba pastoreando presentaba algunos problemas, por lo que Pablo tuvo que escribirle dando sus consejos. Uno de los problemas era que había un grupo de mujeres conflictivas a las que había que amonestar y enseñar para que estuvieran en la senda que Dios quería; al ser casadas, había una evidente falta de liderazgo por parte del esposo, así que la amonestación de los versos del 8 al 15, va dirigida a la ambos cónyuges.

Desde el libro de génesis, las Escrituras enseñan que el primer rol de la mujer es ser esposa y el segundo, madre. Tan importante es este segundo punto, que las familias que no tenían hijos se consideraban en maldición, según los muchos ejemplos que hay en las historias bíblicas. La situación relevante de esta cita es que la mujer cumpla con su propósito, que definitivamente no es el único pero sí el prioritario. Todas conocemos a mujeres que son muy exitosas en otras áreas de su vida pero que tienen descuidado totalmente su trabajo como mamás. Tal vez nosotras mismas estamos en esta situación. En nuestros días, ser mamá se ha convertido en algo obsoleto, denigrante y que atenta contra los derechos de la mujer; aunque el desarrollo personal es algo bueno, nunca debe estar por encima del propósito de Dios; lo que yo quiero como mujer no debe estar por encima de lo que Dios quiere para mí.

La salvación a la que se refiere, no es a la de ganar la vida eterna, sino a la de dar fruto, ser restauradas. En el griego, esta palabra “salvará”, es la palabra “sozo», que significa, dar seguridad, salvar, librar, proteger o sanar. Es una palabra que transmite la idea de que algo está como debe estar. Si recordamos que en Génesis 3, a la mujer se le dijo que iba a parir hijos con dolor como parte de la maldición por el pecado, en el nuevo pacto, dar a luz es redimirse de esa maldición. La bendición de un hijo es mayor que la maldición del pecado.
También encontramos que la fe sin obras está muerta (Stg 2:14) y que en nosotras está la responsabilidad de sobreedificar:

1 Corintios 3:
9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

En este texto, vemos que somos edificio de Dios, que hay un fundamento bíblico que es como el cimiento; una enseñanza, que es la primera edificación, pero que cada creyente debemos sobreedificar con nuestra manera de vivir. Si no los hacemos bien y nuestra vida se derrumba, nosotras seguiremos siendo salvas, pero “por las malas”, teniendo que pasar por fuego. La redacción del griego dice “a través” de tener hijos y “a través» del fuego. Entonces sabemos que somos bendecidas a través de nuestro trabajo de sobreedificar y a través de nuestro trabajo como mamás.

La siguiente parte del verso dice “engendrando hijos”. Engendrar hijos viene del griego “teknogonía”, que significa: tener hijos, alumbramiento, implica paternidad, significa también maternidad y desempeñar las labores maternas. Este significado tan profundo tiene dos interpretaciones:
En cuanto a tener No solo hay que tener al hijo, sino hay que “desempeñar las labores maternas” con éste. En muchas citas bíblicas se nos recuerda que debemos enseñar a instruir a nuestros hijos y llevarlos a los pies de Cristo (Dt 6:7, Pr 22:6, 2 Ti 1:5, etc.), si mamá y papá no lo hacemos, no estamos cumpliendo con nuestro propósito. Si los hijos se resisten a doblegar su voluntad ante la de Dios, nuestro trabajo es permanecer firmes y constantes con amor, hasta que lo hagan.
Hay que engendrar hijos espirituales. Uno de los mayores frutos que podemos dar, es compartir nuestra fe con otros, guiarlos a nacer de nuevo y desempeñar las labores maternas con ellos, ayudándoles a madurar en la fe. Es nuestra labor general como hijas de Dios, independiente si tenemos hijos naturales o no.

Hasta este punto, podemos decir que el versículo significa, “recibirá bendición cuando ayude a otros a nacer de nuevo”. Es un gusto adicional cuando ayudamos a nacer de nuevo a nuestro hijos naturales.

La siguiente parte del verso dice “si permaneciere”. Sabemos que en Juan 15 aprendemos que separadas de Cristo no podemos lograr nada. Si queremos que nuestros hijos naturales o espirituales estén con sus vidas rendidas a Dios, debemos ser constantes. Tres citas para ejemplificar:
-1 Corintios 15:58 (RV60)
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
-Mateo 24:13 (RV60)
Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
-1 Timoteo 4:16 (PDT)
Ten cuidado con tu forma de vivir y con lo que enseñas. Si eres constante, asegurarás tanto tu salvación como la de los que escuchen tus enseñanzas.
La cita de Mateo relaciona perseverar con salvación, igual que 1 Timoteo 2:15. Con ello entendemos que si queremos un beneficio, debemos permanecer constantes.

La última parte del texto es “en fe, en amor y santificación”, con modestia. Aunque podríamos profundizar mucho en estos tres aspectos, nos quedaremos con que éstos hablan de relaciones:
Fe, es relación con Dios. Necesito permanecer creyendo en mi Señor, ser constante en buscar Su presencia, confiar en que Él tiene control de todo
Amor, es relación con otros. Nuestra labor materna no debe ser a bibliazos, ni condenando, sino cubriendo, sanando, enseñando, restaurando, etc.
Santificación, es relación conmigo misma. Ser santa es ser congruente entre lo que creo y lo que hago; si digo que creo en Dios, vivir de esa manera, sin ser auto indulgente.

La última palabra del texto dice “con modestia”. El griego “sofrosune”, nos habla de cordura, dominio propio, es decir, que debemos llevar a cabo nuestra labor con prudencia, con sabiduría. Nuestros hijos naturales y espirituales requieren de nuestra sobriedad, de nuestro ejemplo, de nuestro dominio propio. Cuando andamos como mamás desbocadas o fuera de control, nuestra familia lo resiente. Cuando renegamos de nuestro trabajo en el hogar, nuestras familias no se sienten amadas. Si lo hacemos en nuestras ideas o nuestra propias fuerzas, lo más seguro es que echaremos las cosas a perder. Necesitamos la sabiduría de Dios, la luz de Su Palabra para ser unas mamás modestas, unas mamás como Dios quiere.

Así que, amigas, cumplamos nuestra labor principal con alegría sabiendo que, si perseveramos en ello, recibiremos grande bendición.

El que espera ¿desespera?

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«El que espera desespera», dice el dicho. No soy muy buena esperando, me gusta que las cosas sucedan en el tiempo más rápido posible. Entiendo que hay cosas que necesitan cierto tiempo, como un pastel en el horno, pero no me gusta que las cosas tomen más tiempo que el que se supone deberían tomar.
En una ocasión estaba comprando lo necesario para una cena y corrí a formarme en la fila más corta: solo una persona frente a mí, a la que ya estaban atendiendo. Puse mis compras en la banda y saqué mi cartera. Al estar justo en la caja, 10 minutos de espera me parecieron eternos. Hubo un error en el código de un producto, la cajera se equivocó en otro, el cliente tuvo un problema con su forma de pago y una duda con su tarjeta de puntos. Estuve tentada a cambiar de caja, pero la fila que se había hecho detrás de mí no me lo permitió. Pensé en apurar al cajero, llamar al gerente o decirle al cliente si me dejaba pasar en lo que él resolvía sus asuntos, pero como mi desesperación iba en aumento que pensé que si abría la boca diría algo impropio. Finalmente, salí de la tienda y el día transcurrió sin mayores alteraciones.

En las Escrituras nos encontramos con varias historias de personas que no supieron esperar y eso siempre trajo consecuencias:
— Eva no esperó para comer la fruta prohibida
— Los hijos de Israel no esperaron a que Moisés bajara de la montaña.
— El rey Saúl no esperó a Samuel para que presentara sacrificios
— David no esperó a preparar a los sacerdotes y transportó el arca en una carroza
— Pedro no esperó indicaciones de Jesús y cortó la oreja del soldado.

El SEÑOR es mi porción –dice mi alma– por eso en El espero. Bueno es el SEÑOR para los que en El esperan, para el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del SEÑOR. ‭‭Lamentaciones‬ ‭3:24-26‬ ‭LBLA‬‬

¡Cuántos sin sabores se evitarían si supiéramos esperar pacientemente el tiempo de Dios! Nos evitaríamos consecuencias en la mayoría de los casos. En las situaciones triviales como mi fila en la caja, al menos me hubiera evitado un mal rato; no hubiera perdido la calma por algo irrelevante, pues mi día no se vio afectado en lo más mínimo.
Cuando no me queda más remedio que esperar, trato de aprovechar el tiempo «muerto» con alguna otra actividad; sin embargo, últimamente he aprendido que mientras espero tengo una excelente oportunidad para ejercer el fruto del Espíritu. Mientras esperamos podemos mostrar amor a quienes esperamos; mantener la paz en la situación; conservar el gozo, en lugar de enojarnos; mostramos paciencia cuando aguantamos estoicamente; podemos mostrar excelencia en las actitudes; bondad con los que no tienen qué ver en la espera pero que se cruzan en nuestro camino; fe para mostrar confianza en que saldremos adelante; gentileza con todos, implicados y ajenos a la espera; dominio propio o continencia, para poder esperar correctamente. ¡Cuánto más necesitamos el fruto del Espíritu cuando es al Señor a quién estamos esperando!
Me queda claro que la espera es un ejercicio para dar fruto, así que, ya sea que esté esperando a una persona o a Dios, más me vale no desesperar y que dicha espera sea fructífera.

Textos adicionales:
¡Espera en el Señor! ¡Infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡Sí, espera en el Señor!
Salmos 27:14 RVC
Ustedes, los que esperan en el Señor, ¡esfuércense, y cobren ánimo!
Salmos‬ 31:24‬ ‭RVC‬‬
Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido. ‭‭
Salmos‬ ‭25:3a‬ ‭RVR1960‬‬