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Aunque no seas mamá

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Pasé una muy agradable mañana platicando con algunas mamás de hijos en edad escolar. Éramos un grupo heterogéneo: mamás de diversas edades, de distintas denominaciones, con cuatro hijos, con tres, con dos, con solo uno; mamás de hijos mayores y de hijos pequeños, de varones o de chicas, de hijos deportistas, de hijos estetas; extrovertidos e introvertidos.
Entre el desayuno y el café compartimos un tiempo de verdadero provecho. No hablamos de política, ni del clima, ni del precio de los limones. Hablamos de la maternidad, de la Biblia y oramos por nuestros hijos… y por nosotras.

“Por eso, anímense y fortalézcanse unos a otros, así como lo están haciendo ahora.” ‭1 Tesalonicenses‬ ‭5:11‬ ‭PDT‬‬

Una y otra vez la Biblia nos habla del trabajo en equipo y de no ir por la vida como «Llanero solitario». Cuando abrimos nuestro corazón para compartir experiencias, podemos animarnos y fortalecernos con las palabras de vida que salen de las Escrituras… El problema es que hoy día no solemos abrir nuestro corazón para animarnos y fortalecernos ¿es que estamos con la agenda tan saturada para tomarnos un té y platicar? ¿Es orgullo? ¿Nos da pena reconocer que necesitamos apoyo? ¿Nos avergüenza nuestra necesidad? ¿Guardamos las apariencias para no mostrar un área débil?

“Adviértanse unos a otros todos los días mientras dure ese «hoy», para que ninguno sea engañado por el pecado y se endurezca contra Dios.” ‭‭Hebreos‬ ‭3:13‬ ‭NTV‬‬

Cuando la sinceridad fluyó en las anécdotas, nos dimos cuenta que estamos paradas en un mismo terreno enfrentando la misma lucha. Tal vez en diferente escenario y con una cara distinta pero, desde la trinchera de la maternidad, nos percatamos que estamos en el mismo frente: necesitadas de una espada afilada en la mano para pelear por nuestros hijos. Pudimos advertirnos unas a las otras, orar unas por las necesidades de las otras, hoy. Porque tal vez mañana hayamos tropezado, por eso es importante apoyarnos hoy.
Como mamás, no competimos por ver quién es mejor hijo o mejor estudiante, sabemos que necesitamos un consejo bíblico y la oración de alguien que entiende por lo que estamos pasando, que enriquezca nuestro caminar y que si estamos equivocadas en algo, podamos ser enseñadas, sin temor al juicio, sabiendo que como madres no somos perfectas, como hijas de Dios no somos perfectas y que nuestros hijos no son perfectos.
¿Te puedo dar un consejo? Date tiempo para abrir tu corazón con sinceridad a alguien que te ilumine con la Luz de las Escrituras y date tiempo para fortalecer a alguien que abra su corazón contigo. No recorramos el camino en nuestra fuerza. Hagámoslo unidos a Cristo, en su amor, sin enjuiciar, para hacer el bien al que todos estamos llamados, aunque no seas mamá.

Texto adicional: “Tratemos de ayudarnos unos a otros para animarnos al amor y a hacer el bien.” Hebreos‬ ‭10:24‬ ‭NBD‬‬

Los hijos son como limas

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Estábamos atoradas en el tráfico sin posibilidad de avanzar en el túnel. Empecé a quejarme de la mala planeación vial. Mi hija volteó y me dijo: «tus quejas no ayudan a que el tráfico fluya otra vez, solo nos roban la paz». Así que me quedé pensando en que no todo tiene que ser rápido y eficiente, hay momentos donde la paciencia y la calma son lo mejor. En otra ocasión, llegué de una reunión platicando aquello que pudo haber estado mejor, que para la próxima vez sería bueno reorganizar. Mi hijo mayor volteó blanqueando los ojos y me dijo: «bueno ¿al menos te divertiste, lo disfrutaste?», Al responder que sí, me quedé pensando en que no todo tiene que ser perfecto, debo que ser agradecida y disfrutar las bendiciones tal y como vienen. Mi tercer bebé no llegó nunca a ver la luz de esta tierra pero, su inesperada partida me enseñó a ser valiente, sumisa y contenta a la voluntad de mi Señor.

“…Y Su madre atesoraba todas estas cosas (las palabras) en su corazón.” Lucas‬ ‭2:51‬b NBLH‬‬

María no comprendía todo lo referente al Hijo que le había tocado educar; sin embargo, no claudicó. Analizaba en su corazón los temas referentes a Jesús, sin darlos por sentado o ignorándolos, no sacaba conclusiones viscerales, sino que era prudente.
La Biblia habla acerca de todo lo que los padres tenemos que enseñar a los hijos, pero también dice que los padres podemos aprender de ellos. De alguna manera, los hijos son la lima que el Señor usa para pulirnos. ¡Nunca entendemos el corazón de Dios tan bien como cuando se tienen hijos! No es que debamos obedecerlos ciegamente en todo ni darles todo lo que pidan, sino reconocer que ellos también pueden ser un instrumento vivo al servicio del Señor. Es importante reconocer que aunque a veces no entendamos las circunstancias, sí podemos reconocer la voz del Señor usando la vida de nuestros hijos, porque a lo largo de la historia Dios ha usado profetas, vientos, truenos y hasta una burrita para transmitir su mensaje. A través de Jesús nos ha dejado enseñanzas de vida y en la Escritura están resumidas todas sus palabras. Si Dios puede usar diversos instrumentos para hablarme, para bendecirme, para enseñarme, sería una insensatez de mi parte suponer que mis hijos no pueden ser usados por mi Padre Celestial.
Así que atesoremos la enseñanza cotidiana, meditemos lo que el Señor nos enseña cada día, a través a nuestros hijos.

Texto adicional: “He atesorado tu palabra en mi corazón, para no pecar contra ti.”
‭‭Salmos‬ ‭119:11‬ ‭NBD‬‬

A ustedes, los padres

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Ustedes los padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten. Colosenses 3:21

¿Qué tal los festejos de día del padre? ¿Mucha fiesta? ¿Un deliciosos restaurante? ¿O una reunión en casa del abuelo? Las historias y anécdotas abundan en cada familia, haciendo añoranzas de la niñez o remembranzas de un padre que ya no está más en esta tierra. Así como para el día de la madre hice un estudio, por el día del padre, quiero estudiar una cita, para ver lo que Dios quiere decirnos.

Hablando de un contexto, la iglesia levantada en Colosas estaba siendo víctima del sincretismo. Falsos maestros mezclaban ocultismo, prácticas paganas, legalismo judío y cristianismo. La carta fue escrita para asentar los fundamentos correctos, más allá de los errores o del parecer cultural de algunos. La carta a los colosenses es muy similar a Efesios, pues comparte cerca de 70 versos que son equivalentes, pero al mismo tiempo es única, pues contiene 28 palabras que no se encuentran en otro texto de Pablo y 34 que no aparecen en todo el nuevo testamento.

Habría que empezar el estudio por definir quienes son los padres. Esta palabra es “pater” en el original, la cual hace referencia a un padre, ancestro, patriarca, un protector, un maestro  e incluso a Dios como Padre. Aunque en español usamos la palabra padre para hacer referencia a mamá y papá, la Biblia usa una palabra específicamente en genero masculino. Esto significa que este verso está dirigido principalmente al padre de familia, más a que la madre. En nuestro país, mucho se ha dicho que la educación espiritual y moral de los hijos es responsabilidad de las mamás, pero la Biblia, dice otra cosa. Un padre debe ser un maestro, un protector y el principal guía espiritual. Obviamente que la mamá también debe guiar a sus hijos a Cristo; sin embargo, este verso nos muestra claramente el error cultural de sacar a papá de la ecuación. No hay excusa de que trabaja mucho, de que no tiene tiempo, de que a las nenas las enseña mamá, de que la que tiene que orar es exclusivamente ella.

Luego viene la palabra Exasperar. En griego, tiene un significado amplio: estimular, excitar, provocar, incitar. Si vemos un paralelismo con Efesios 6:4 entenderemos que la provocación tiene una connotación negativa, encaminada a la ira, a lastimar, irritar y enfurecer. Hay muchas maneras en que un padre puede exasperar a sus hijos. Lo más obvio es cuando hay un trato injusto ¡cuántos chicos claman que su papá les ha tratado injustamente! También se puede exasperar a un hijo, cuando se le maltrata, cuando se le humilla, cuando se le exige demasiado o se les exige aquello que no se le ha enseñado, cuando se le sobreprotege o cuando la disciplina es excesivamente dura. Pero hay otra manera terrible de exasperar a los hijos: cuando se les excluye, se les ignora, se les abandona, cuando no se atienden sus necesidades, cuando no se les muestra cariño. Como mamá de un par de adolescentes veo a muchos otros niños y principalmente niñas, que viven con un padre ausente. No hay divorcio, no hay problemas matrimoniales, pero hay un padre que no crea vínculo y unos hijos que no se sienten amados. No importa cuánto desarrollo laboral tiene el papá, hay hijos vacíos. No importa si el papá es un ciudadano ejemplar, los hijos están resentidos con papá. De manera inconsciente, papá dedica su vida a su profesión, ministerio o intereses personales, creyendo que hace las cosas bien. De manera inconsciente los hijos reflejan en su conducta el dolor de su corazón. No hay cariño, no hay amor, no hay una relación afectuosa, no hay un entrenador espiritual en casa a quien los hijos puedan admirar y por ello los chicos carecen de identidad espiritual pero lo peor es que, al igual que la iglesia de Colosas, muchos creen que esa es la norma aceptable, sin darse cuenta de que es la cultura del mundo insertada en la pequeña iglesia llamada hogar.

Cuando este texto habla de hijos, habla tanto de hijos naturales, como espirituales. Pero como el párrafo está hablando de los vínculos familiares, podemos entender que se trata principalmente de los hijos naturales, sin hacer distinción si son biológicos o adoptivos. Para una definición más abundante de hijos, leer el estudio «La mujer se salvará».

La última palabra del verso es desalentar, que viene del griego “adsuméo”, que significa sin espíritu, sin corazón, sin pasión, sin coraje. Esta es una de las palabras que no se repite en todo el nuevo testamento y que no tiene otra aplicación o traducción en otro versículo. Por lo tanto, descorazonar o matar el espíritu de los hijos es algo que se da en la casa, según se lee en este texto específico de colosenses. Tal vez un chico sufra la violencia de algún compañero de la escuela o de un familiar, pero nunca le afectará tanto como cuando el padre es quien hiere, conscientemente o sin querer. Es impresionante ver cómo las mayores heridas las recibimos en casa, por eso,  no es que las Escrituras dan esta instrucción a los padres solo porque sí, sino que es dada porque Dios sabe que sucede, si no fuera así, no habría necesidad de incluir este versículo. Pero la triste realidad, es que papá y mamá nos equivocamos a diario en nuestra labor y si no corregimos y enmendamos el daño, podemos abatir el espíritu de nuestros hijos. Con esto no digo que se deje a sus hijos sin disciplinar y que los dejemos hacer lo que quieran. No, sino que si se disciplina, es porque previamente se les ha enseñado y porque nunca falta el amor, el cariño, las buenas maneras. Lo que se busca es corregir, no herir. Cuando observamos a un hijo desanimado, descorazonado, con espíritu inerte, debemos intervenir con prontitud para restaurarlo y que vuelva a estar en la calidad espiritual que Dios planeó para el o ella ¡ese es el trabajo de un padre!

Aunque es un texto dirigido a papá, yo como madre, me pongo las pilas, tomo ejemplo y me pongo a trabajar en no exasperar a mis hijos. Seguro me voy a equivocar, pero estaré al pendiente, buscaré fortalecer el espíritu de mis hijos y ¿saben qué es lo que más me motiva a hacerlo? Saber que yo misma tengo un Padre celestial que está interesado en mí, que me ama, que vivifica mi espíritu y nunca me exaspera con su acciones. ¡El Eterno me ama!

La mujer se salvará

imageEl pasado día de las madres experimentamos un gran intercambio de tarjetas, fotos y notas digitales en las redes sociales. Uno de los mensajes compartidos fue el del estudio de hoy, el cual siempre es causa de polémica. Total que mejor me fui a urgar el texto para saber a qué se refiere el Señor.

Para entender este verso, hay que conocer el contexto. La iglesia que Timoteo estaba pastoreando presentaba algunos problemas, por lo que Pablo tuvo que escribirle dando sus consejos. Uno de los problemas era que había un grupo de mujeres conflictivas a las que había que amonestar y enseñar para que estuvieran en la senda que Dios quería; al ser casadas, había una evidente falta de liderazgo por parte del esposo, así que la amonestación de los versos del 8 al 15, va dirigida a la ambos cónyuges.

Desde el libro de génesis, las Escrituras enseñan que el primer rol de la mujer es ser esposa y el segundo, madre. Tan importante es este segundo punto, que las familias que no tenían hijos se consideraban en maldición, según los muchos ejemplos que hay en las historias bíblicas. La situación relevante de esta cita es que la mujer cumpla con su propósito, que definitivamente no es el único pero sí el prioritario. Todas conocemos a mujeres que son muy exitosas en otras áreas de su vida pero que tienen descuidado totalmente su trabajo como mamás. Tal vez nosotras mismas estamos en esta situación. En nuestros días, ser mamá se ha convertido en algo obsoleto, denigrante y que atenta contra los derechos de la mujer; aunque el desarrollo personal es algo bueno, nunca debe estar por encima del propósito de Dios; lo que yo quiero como mujer no debe estar por encima de lo que Dios quiere para mí.

La salvación a la que se refiere, no es a la de ganar la vida eterna, sino a la de dar fruto, ser restauradas. En el griego, esta palabra “salvará”, es la palabra “sozo», que significa, dar seguridad, salvar, librar, proteger o sanar. Es una palabra que transmite la idea de que algo está como debe estar. Si recordamos que en Génesis 3, a la mujer se le dijo que iba a parir hijos con dolor como parte de la maldición por el pecado, en el nuevo pacto, dar a luz es redimirse de esa maldición. La bendición de un hijo es mayor que la maldición del pecado.
También encontramos que la fe sin obras está muerta (Stg 2:14) y que en nosotras está la responsabilidad de sobreedificar:

1 Corintios 3:
9 Porque nosotros somos colaboradores de Dios, y vosotros sois labranza de Dios, edificio de Dios.
10 Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica.
11 Porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo.
12 Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno, hojarasca,
13 la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará.
14 Si permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
15 Si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego.
16 ¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?

En este texto, vemos que somos edificio de Dios, que hay un fundamento bíblico que es como el cimiento; una enseñanza, que es la primera edificación, pero que cada creyente debemos sobreedificar con nuestra manera de vivir. Si no los hacemos bien y nuestra vida se derrumba, nosotras seguiremos siendo salvas, pero “por las malas”, teniendo que pasar por fuego. La redacción del griego dice “a través” de tener hijos y “a través» del fuego. Entonces sabemos que somos bendecidas a través de nuestro trabajo de sobreedificar y a través de nuestro trabajo como mamás.

La siguiente parte del verso dice “engendrando hijos”. Engendrar hijos viene del griego “teknogonía”, que significa: tener hijos, alumbramiento, implica paternidad, significa también maternidad y desempeñar las labores maternas. Este significado tan profundo tiene dos interpretaciones:
En cuanto a tener No solo hay que tener al hijo, sino hay que “desempeñar las labores maternas” con éste. En muchas citas bíblicas se nos recuerda que debemos enseñar a instruir a nuestros hijos y llevarlos a los pies de Cristo (Dt 6:7, Pr 22:6, 2 Ti 1:5, etc.), si mamá y papá no lo hacemos, no estamos cumpliendo con nuestro propósito. Si los hijos se resisten a doblegar su voluntad ante la de Dios, nuestro trabajo es permanecer firmes y constantes con amor, hasta que lo hagan.
Hay que engendrar hijos espirituales. Uno de los mayores frutos que podemos dar, es compartir nuestra fe con otros, guiarlos a nacer de nuevo y desempeñar las labores maternas con ellos, ayudándoles a madurar en la fe. Es nuestra labor general como hijas de Dios, independiente si tenemos hijos naturales o no.

Hasta este punto, podemos decir que el versículo significa, “recibirá bendición cuando ayude a otros a nacer de nuevo”. Es un gusto adicional cuando ayudamos a nacer de nuevo a nuestro hijos naturales.

La siguiente parte del verso dice “si permaneciere”. Sabemos que en Juan 15 aprendemos que separadas de Cristo no podemos lograr nada. Si queremos que nuestros hijos naturales o espirituales estén con sus vidas rendidas a Dios, debemos ser constantes. Tres citas para ejemplificar:
-1 Corintios 15:58 (RV60)
Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.
-Mateo 24:13 (RV60)
Mas el que persevere hasta el fin, éste será salvo.
-1 Timoteo 4:16 (PDT)
Ten cuidado con tu forma de vivir y con lo que enseñas. Si eres constante, asegurarás tanto tu salvación como la de los que escuchen tus enseñanzas.
La cita de Mateo relaciona perseverar con salvación, igual que 1 Timoteo 2:15. Con ello entendemos que si queremos un beneficio, debemos permanecer constantes.

La última parte del texto es “en fe, en amor y santificación”, con modestia. Aunque podríamos profundizar mucho en estos tres aspectos, nos quedaremos con que éstos hablan de relaciones:
Fe, es relación con Dios. Necesito permanecer creyendo en mi Señor, ser constante en buscar Su presencia, confiar en que Él tiene control de todo
Amor, es relación con otros. Nuestra labor materna no debe ser a bibliazos, ni condenando, sino cubriendo, sanando, enseñando, restaurando, etc.
Santificación, es relación conmigo misma. Ser santa es ser congruente entre lo que creo y lo que hago; si digo que creo en Dios, vivir de esa manera, sin ser auto indulgente.

La última palabra del texto dice “con modestia”. El griego “sofrosune”, nos habla de cordura, dominio propio, es decir, que debemos llevar a cabo nuestra labor con prudencia, con sabiduría. Nuestros hijos naturales y espirituales requieren de nuestra sobriedad, de nuestro ejemplo, de nuestro dominio propio. Cuando andamos como mamás desbocadas o fuera de control, nuestra familia lo resiente. Cuando renegamos de nuestro trabajo en el hogar, nuestras familias no se sienten amadas. Si lo hacemos en nuestras ideas o nuestra propias fuerzas, lo más seguro es que echaremos las cosas a perder. Necesitamos la sabiduría de Dios, la luz de Su Palabra para ser unas mamás modestas, unas mamás como Dios quiere.

Así que, amigas, cumplamos nuestra labor principal con alegría sabiendo que, si perseveramos en ello, recibiremos grande bendición.