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Un paseo insospechado

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Hace un tiempo, un amigo nos envió un estupendo regalo que necesitaba cuidados especiales de paquetería. Por ello, tendríamos que ir a recogerlo a una sucursal, no podíamos esperar a que llegara a nuestra puerta. La oficina asignada estaba a 19 kilómetros de distancia, siendo que había una a 400 metros de mi casa. Al ver la ruta en el GPS, me horroricé. No sólo eran los kilómetros, sino transitar por una zona muy congestionada y cruzar dos municipios, en un trayecto de una hora; además, en ese sector todas las calles tienen prohibido estacionar. Me hice al ánimo del viaje, traté de que mi esposo me acompañara pero no pudo.

Confía en el SEÑOR con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas. Proverbios 3:5-6 RVA2015

Aunque me emocionaba el regalo, mi experiencia previa del trayecto nublaba mi ánimo; no obstante, la Biblia nos enseña que el Señor está por encima de nuestra sabiduría, de nuestra inteligencia y de nuestra experiencia, es decir, Él supera nuestras expectativas y lo que encontramos es mucho mejor que lo que estábamos esperando. Cuando descansamos en el hecho de que Él tiene el control de todo, podemos confiar que Su camino es mejor que el nuestro; por decirlo de alguna manera, el Eterno es mejor GPS que nosotros.

Como siempre, el Señor silenció mis pensamientos afanosos: No tuve que ir sola, mi hijo pudo acompañarme; el tráfico estuvo fluido y llegamos en la mitad del tiempo; a unos pasos de la oficina de paquetería había un amplio estacionamiento; la persona que nos atendió lo hizo con rapidez y salimos en 5 minutos… Con tanto tiempo de sobra, fuimos a guardar el paquete al carro y decidimos pasear por un andador que no conocíamos. En él, las baldosas, fachadas y jardines estaban bellamente renovados; admiramos esculturas al aire libre; descubrimos un museo (algo magnífico para mí), que exhibía una muy estimulante exposición temporal;  nos topamos con una carreta de nieve de garrafa (algo magnífico para ambos) e incluso nos tocó que en medio de la plazuela se presentara una banda sinfónica (algo magnífico para mi hijo). Disfrutamos de una tarde deliciosa y volvimos a casa felices.

Cuánto habríamos perdido si el paquete se hubiera asignado a la sucursal frente a mi casa. Me arrepentí de mi afán y de mis lamentos y agradecí al Señor por tener siempre un mejor camino que el que nosotros planeamos. Él sabe mejor lo que nos conviene, no solo en recorridos por las plazuelas, sino en cada circunstancia que vivimos, sea favorable o adversa. Descansemos en el Dios Eterno, confiando en que su sabiduría y su amor son mucho más grandes que nuestro entendimiento.

Texto adicional: No hay sabiduría humana ni entendimiento ni proyecto que puedan hacerle frente al Señor. Proverbios 21:30 NTV

Otro tip para no chocar (segunda parte)

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Iba manejando por una vía rápida de cinco carriles. En un punto, los dos carriles de la izquierda se separaban hacia un tramo tipo autopista; los de la derecha, hacia una sección de tránsito local. Mucho antes de la bifurcación, el tráfico de los carriles a la izquierda se hizo más lento, formando una fila de más de 100 metros; los autos hacia la derecha continuaban circulando normalmente. Mientras yo avanzaba lentamente hacia la autopista, una mujer en un auto compacto se detuvo completamente en el carril  a mi lado, intentando meterse en la fila de autos. La camioneta tras ella frenó ruidosamente ante la sorpresa de un auto detenido en la vía rápida. Un pequeño camión de carga no alcanzó a frenar y golpeó la camioneta. La mujer del auto compacto se dio por vencida y avanzó sin empacho hacia los carriles de la derecha, dejando atrás un choque del cual nunca se enteró.

Cuando se alzaba la nube por encima de la Tienda, los israelitas partían; y en el lugar donde la nube se detenía, allí acampaban los israelitas. Números 9:17 BLPH

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Señal que  prohibe detenerse en la vía.

¿Qué fue lo que causó el accidente?  Un auto que se detuvo en un lugar inapropiado, en una zona donde nadie debe parar. Alguien desconocía el señalamiento vial de “no detenerse” ¡Nunca te detengas en medio de una vía rápida! (Para leer la primera parte, pulsa aquí.)
En el pasaje bíblico, el pueblo de Israel avanzaba por el desierto hacia la tierra prometida, dejando atrás Egipto y la esclavitud. Era un trayecto donde todas sus necesidades estaban suplidas, la presencia de Dios estaba con ellos y tenían a Moisés para cuidarlos. La clave del bienestar era obedecer la señal: avanzar o detenerse según la guía del Señor, sin importar si era día o noche.  Si no seguían la indicación, corrían el riesgo de morir; su vida dependía de su obediencia a Dios.

En mi anécdota del choque, la mujer causó un accidente por detenerse en un lugar no diseñado para ello.  Si en nuestra vida nos detenemos en un lugar no indicado por el Señor, ponemos nuestra vida en peligro. A veces salimos bien librados, pero sin darnos cuenta ponemos en peligro a terceros, haciéndolos tropezar, lastimándoles o metiéndolos en problemas y seguimos adelante como si nada, dejando atrás un caos en el corazón de otros. ¿En dónde no debemos detenernos? En el pecado: egoísmo, crítica, mentira, pornografía, envidia, infidelidad, robo, idolatría, etc. Se espera de nosotros que avancemos en el camino del Señor sin detenernos en esos lugares… se espera de nosotros que sigamos adelante siguiendo la dirección del Eterno en el camino.
El día de hoy, hagamos una reflexión ¿nos detuvimos en vez de avanzar derecho? ¿salimos lastimados o herimos a otros?

 Texto adicional: Y cada uno caminaba derecho de su rostro; hacia donde el Espíritu diera que anduvieren, andaban; cuando andaban, no se volvían. Ezequiel 1:12 (JBS)

Un tip para no chocar

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Cuando estaba aprendiendo a conducir, una buena amiga me dijo: mira siempre la calle y el carril que tienes enfrente porque, si fijas la mirada en otro punto (como algo que sucede en la banqueta o un auto llamativo en otro carril), por alguna razón, el carro que uno conduce se va hacia ese punto y puedes terminar chocando. 

“Yo, por mi parte, pondré la mirada en el Señor, y esperaré en el Dios de mi salvación. ¡Mi Dios habrá de escucharme!” Miqueas 7:7 RVC

Con la experiencia adquirida en años de conducir, me di cuenta que el consejo era cierto: hacia donde uno fija la vista, todo el cuerpo se gira, incluyendo las manos y obviamente el volante también. Por eso es importante analizar qué estamos mirando, porque aquello en lo que ponemos la vista dirige nuestros movimientos. 

Aquello con lo que soñamos, aquello que consume nuestros ojos, ya sea real o simbólico, es lo que nos dirige, que nos transforma y terminamos convirtiéndonos en aquello que contemplamos. ¡Qué importante es que eso que miramos sea algo digno! algo constructivo y que fortalezca nuestra fe. Cuando ponemos la mirada en algo banal, nuestra vida se dirige hacia lo superfluo y terminamos estrellándonos con la decepción. Cuando fijamos la mirada en algo temporal, nos perdemos de lo eterno porque nos desviamos hacia cosas que en realidad no importan. No quiero ni pensar en el tremendo choque que produce fijar la vista en algo nocivo. 

La Escritura es muy clara en cuanto a que el Señor es lo más digno de mirar, de poner nuestra fe y esperanza. Ningún otro objeto, persona o actividad puede escucharnos y traernos verdadera salvación. Solo el Señor puede activar y completar la fe que se necesita a diario pero sobre todo en los días difíciles. Cuando nuestros ojos le siguen, nuestro camino se endereza, las emociones y la lógica funcionan correctamente y llegamos a un destino grato: la  plenitud.

Hagamos el día de hoy un análisis de la vista ¿En dónde tengo puestos mis ojos? ¿Qué/quién es el objeto de mi contemplación? ¿Hacia dónde me está guiando mi vista?

Texto adicional: Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador y perfeccionador de nuestra fe. Hebreos 12:2a NBD

¿Cómo se logra un matrimonio perdurable?

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En los últimos años, nuestra cultura se ha convertido en un espacio para lo desechable, lo satisfactorio y lo rápido.

  • Si se rompe/descompone, tíralo, no lo repares, es desechable.
  • Si no te hace feliz, cámbialo, elimínalo.
  • Si no funciona en los primeros 5 segundos, no sirve, descártalo.

Pero el matrimonio no puede ser tratado de la misma manera que las palomitas de microondas, la música que descargamos o un plato de fiesta. Así que estamos haciendo un estudio para conocer la receta que han seguido los matrimonios que tienen al menos 20 años juntos. No te tomará más de dos minutos, a menos que quieras compartir tu experiencia en tus propias palabras, en el espacio abierto (lo cual nos encantaría). Si quieres ayudarnos, por favor contesta el sondeo pulsando aquí.

Apreciamos mucho que compartas esta publicación  en tus redes sociales, correo o mensaje, para tener el mayor número de respuestas posibles en una semana.

De antemano, gracias 🙂

No eres un bueno para nada

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¿Tienes alguna habilidad? ¿alguna aptitud? ¿eres bueno en algo? ¿Puedes hacer una lista de cinco cosas para las que tienes gran pericia? Todos somos buenos en algunas cosas y malos en otras. Por ejemplo, yo soy buena en la cocina, pero mala en la costura. Soy buena en la lectura y redacción, pero soy mala para todos los deportes. Soy buena para dibujo isométrico pero soy mala para dibujar figurines. Todos hemos recibido habilidades, dones y aptitudes. Algunos brillan con naturalidad y otros destacan una vez que nos hemos entrenado en ello.

Que todo lo que hagan sea para alabar a Dios por medio de Jesucristo, a quien pertenecen el poder y la gloria para siempre. Así sea. 1 Pedro 4:11b PDT

Cualquier destreza, ya sea innata o desarrollada, viene de Dios; y ninguna cosa que proviene de Él es insignificante. Por lo tanto, no hay dones desdeñables. Si todas las habilidades son un regalo del Señor y ¿para qué el Eterno te daría una capacidad en particular?
1. Para que usarla.
2. Para darle gloria a Su nombre
3. Para bendecir a otros
4. Para darnos plenitud.
Antes que nada, sepamos que Dios quiere que utilicemos esos dones y que no los tengamos guardados en un cajón. En segundo lugar, hay que utilizar esa pericia para Su gloria: Si haces una limonada deliciosa, busca glorificar el nombre del Señor a través de esa actividad; si tu canto es prácticamente angelical, busca exaltar a Dios con ello; si corres los 100 metros planos en menos de 10 segundos, hazlo para honrar al Eterno… no para llenarte de arrogancia y presunción.
A través de tu aptitud, no solo le das gloria a Aquél que te dio la capacidad, sino que bendices a las personas que están a tu alrededor, porque tu ejemplo y tu actitud pueden ayudarles a obtener la motivación que necesitan o aprender algo o a pasar un buen tiempo, o a levantar su mirada hacia Dios. Finalmente, a través del desarrollo y la experiencia de nuestro don, encontraremos plenitud y satisfacción ¿Por qué? Porque estaremos cumpliendo parte del propósito de Dios en nuestra vida. Recuerda, no hay don pequeño ni hay facultad insignificante.
Habiendo dicho todo esto, quiero pedirte tres favores. Uno, busca las aptitudes que Dios puso en ti y desarróllalas; sea cual sea, métete de lleno a eso para lo que tienes “madera”. Dos, no envidies una habilidad ajena que tú no posees, ni poseerás por más que te esfuerces porque, además de perder el tiempo, amargarás tu corazón. Tres, nunca menosprecies la pericia de otros, porque no sabes si esa persona oró y trabajó por muchos años por poder desarrollar esa capacidad; no sabes si esa gracia bendice a muchos, aunque para ti no sea algo relevante; tampoco sabes lo que el Señor está trabajando en la vida de esa persona a través del ejercicio de su don. Lo mejor es que todos enfoquemos nuestros esfuerzos en usar las destrezas que el Eterno nos ha dado ¡y que el Señor nos ayude!
¿Quisieras compartirnos tres de tus habilidades? ¿Quisieras compartir este texto con alguien que lo necesite?

Textos adicionales:
1. No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. Juan 3:27 RVR1960
2. Cada uno de ustedes ha recibido de Dios alguna capacidad especial. Úsela bien en el servicio a los demás. 1 Pedro 4:10 TLA

El burro por delante

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En la calle donde vivía cuando era pequeña había muchos niños de diversas edades. Al caer la tarde salíamos a jugar como una multitud eufórica y en muchas ocasiones la mayor discusión era quién tendría el primer turno en la fila… O más tarde, si se tenía que dar una explicación por alguna maceta maltratada o por un niño que resultó con un chipote, alguien decía “pues estaba yo, Carlitos, Nancy…” y el adulto en cuestión interrumpía diciendo “el burro por delante”, queriendo decir que el niño narrador debería, por cortesía, nombrarse al final de la lista y no al principio.

 Si alguno quiere ser discípulo mío, deberá olvidarse de sí mismo, cargar con su cruz cada día y seguirme. Lucas 9:23b BLPH

Ser un verdadero discípulo de Jesús implica no ponerse uno mismo al principio de la lista o de la fila. Uno debe poner a Cristo en primer lugar, decirle: haré lo que tú quieras, como tú quieras y cuando tú quieras. No se trata de cómo uno quiera las cosas, sino de cómo las quiere Aquél a quien decimos servir. Es negarse a lo que uno desea, es morir a la voluntad personal. Y para muchos, esa sola actitud abnegada es una cruz difícil de cargar.
Cargar la cruz no significa golpearse la espalda con el nopal más grande ni comprometerse al ascetismo. Significa vivir en sumisión al Señor, queriendo siempre hacer la voluntad de Dios y tener la misma actitud que tuvo Cristo al venir a esta tierra, pagando el precio que sea necesario con tal de obedecer al Padre.
Cuando Jesús dice sígueme, lo hace con el vocablo griego  akoloudséo que significa andar en el mismo camino  y acompañar, es decir, no es seguir a alguien solo porque sí, sino seguir muy de cerca y no de lejos, involucrarse, seguir el ejemplo, buscar la unidad y afinidad con alguien con quien nos estamos vinculando profundamente.
Y lo curioso de este verso es que dice “cada día”. Esa actitud de ser discípulo, de sumisión y de comunión,  es algo de todos los días si es que queremos caminar el camino  junto a Jesús. Pero a veces es más fácil hacerlo los domingos o cuando tengo ganas o cuando nadie me ofende, es decir, dan ganas de seguir a Jesús en condiciones ideales pero, cuando no es así, salimos como el burro por delante: primero yo, primero mis derechos, mis sueños, mi estilo, mis necesidades y luego, en algún momento, las de Cristo y las de las demás personas.
Si cada día caminamos pensando primero en obedecer al Señor y servir a los demás, nuestra familia será un lugar mejor y lo será nuestra iglesia, nuestra comunidad y finalmente, el mundo. ¡Que el Señor nos ayude!

Texto adicional: Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos. Mateo 20:26-28 RVR1960

El problema de la trenza

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Hace algunos años tuve que ir al banco a hacer un trámite sencillo. A pesar de que los fondos de mi cuenta eran insignificantes, necesitaba una solución. Como fui a la sucursal después de dar clases, iba bien vestida, peinada y maquillada, en algo que cae entre lo casual y lo formal. El ejecutivo me atendió rápido y,  después de llenar el papeleo, me pidió esperar en una salita mientras salía el documento. En ese lapso llegó una mujer con una apariencia poco convencional: Su vestido era en colores chillones y satinados, con muchos holanes, encaje y un rebozo floreado; usaba huaraches de cuero y su bolso era de un tejido vegetal.  Llevaba el cabello trenzado y no usaba maquillaje. Por su acento al preguntar, parecía provenir de una zona rural, lejos de la gran ciudad en la que estábamos. El ejecutivo la miró un segundo y la ignoró. Ella preguntó a otro empleado y la hizo esperar. Llegaron otros clientes que fueron atendidos con rapidez. Después de un rato, otro de los empleados se acercó con algo más de empatía. Mostrando su tarjeta, la mujer pidió asistencia para hacer un retiro del cajero, pues no sabía usarlo por no saber leer y su hijo normalmente la acompañaba a esos asuntos, pero estaba enfermo. Cuando se le preguntó cuánto dinero necesitaba sacar, la mujer dijo: nada más un poquito para mandar a  mi hermana: quinientos mil pesos, por favor.

Dios no se fija en las cualidades que la gente ve. La gente sólo presta atención al aspecto de las personas, pero el SEÑOR ve su corazón. 1 Samuel 16:7b PDT

Cuando los empleados se enteraron de la cuenta millonaria, ya no les importó su vestido, ni la trenza, ni el huarache, se transformaron en un enjambre de abejas trabajadoras y  le ofrecieron una silla y un vaso de agua. Finalmente, salió mi documento y me fui  del banco riendo de asombro.
Aquellos empleados de banco se dejaron llevar por las apariencias. Las personas que íbamos vestidas según el canon social de lo aceptable, fuimos atendidas con prontitud pero, cuando una de sus clientas llegó con un atavío diferente, la despreciaron. La Escritura enseña a no juzgar por las apariencias: En el texto de Samuel, se estaba buscando un rey y la persona encargada se guiaba por la apariencia imponente del candidato, pero el Señor dice que el aspecto no importa, que lo de fuera es menos importante que lo interno.
El nuevo trato que recibió aquella mujer tampoco fue adecuado a los ojos de Dios, porque todos los clientes merecen trato equitativo, no se supone que se tenga que tratar mejor a aquellos que tienen más o peor a los que tienen menos. Me causó gracia que el empleado tratara de enmendar su error cometiendo otro, pues el aspecto y el dinero jamás son un buen criterio para estimar a una persona.
Nunca supe cómo concluyó el trámite de la mujer, pero siempre la recuerdo pensando que si todos tratáramos a las personas según los criterios que el Señor marca en la Biblia, este mundo sería un lugar mucho mejor.

Textos adicionales: 

  1. Supongan que dos hombres entran a su reunión: uno con anillo de oro y muy bien vestido, el otro muy pobre y con la ropa toda sucia.  Y supongan que ustedes dan especial atención al que está bien vestido y le dicen: «Tome asiento, aquí hay un buen lugar» y le dicen al pobre: «Usted quédese parado allí» o «Siéntese en el suelo».  Si actúan así, se hacen jueces de los demás, y jueces injustos. ¿Acaso hacer eso no es discriminar? Santiago 2:2-4 PDT
  2. Sean justos al impartir justicia y no muestren favoritismo por el pobre ni por el poderoso. Levítico 19:15 PDT

Urge mantenimiento

 

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Se programa mantenimiento cada cinco mil kilómetros. Constantemente hay que revisar el estado de llantas. También hay que cambiar el aceite y los filtros. Se recomienda un pulido y encerado general para conservar la carrocería. Por seguridad, se deben inspeccionar los frenos y la suspensión cada veinte mil kilómetros. Y no olvidemos el nivel de anticongelante. Quienes se han hecho cargo de un un vehículo saben que es necesario un buen programa de mantenimiento para conservarlo en buen estado y que una  luz roja de «mantenimiento urgente» encendida en el tablero de  nunca es buena señal.

El alma del perezoso desea, y nada alcanza; Mas el alma de los diligentes será prosperada. Proverbios 13:4 RVR1960

La Biblia nos enseña que si queremos que algo se mantenga en buen estado, necesitamos ser diligentes. Si somos perezosos solo nos quedaremos con las ganas de alcanzar aquello que anhelamos. 

Pues bien, así como el auto necesita de nuestra diligencia en el mantenimiento requerido, así mismo las relaciones familiares: La relación de esposos, de hermanos, de padres e hijos. Pero solemos ser perezosos en su mantenimiento. Muchas veces dedicamos más tiempo al mantenimiento de nuestro auto que al de nuestra familia. Invertimos en alineación y balanceo de la llantas pero no en balancear y alinear esa relación tan importante que tenemos en casa. Otras tantas, compramos el mejor seguro para nuestro auto y nos duele pagar un seguro para el ser amado. 

La Biblia dice que si somos diligentes nuestra alma prosperará. Esto significa que cuando nos afilemos para ser precisos, cuando tallemos con perseverancia, nuestro ser encontrará satisfacción en la abundancia de bendiciones, las cuales obtendremos como fruto de nuestro trabajo. Y este verso nos habla -entre otras cosas- de la familia: cónyuge, hijos, padres, hermanos, pues cada relación necesita mantenimiento diario, no cada cinco mil kilómetros; en otras palabras, no puedo esperar una relación muy próspera si no soy diligente en hacerla crecer, pues así como el auto no se cambia el aceite solito, así la relación no se renueva por sí misma, hay que trabajar en ella diariamente. Este proverbio nos dice que el perezoso tiene el anhelo pero no la voluntad, que el deseo vacío sin el correspondiente esfuerzo es inútil. ¡Cuán diferente sería nuestra casa si  fuéramos más diligente en darle mantenimiento a las relaciones!

¿Hace cuanto no cambias los filtros de tu matrimonio?
¿Hace cuanto no verificas el nivel de anticongelante con tu hijo?
¿Hace cuando no le das una encerada a la relación con tu hermano(a)?

Textos adicionales:

  1. Éste es mi mandamiento para ustedes: Que se amen unos a otros. Juan 15:17 RVC
  2. Si alguien no tiene cuidado de los suyos, y especialmente de los de su casa, ha negado la fe y es peor que un incrédulo. 1 Timoteo 5:8 RVA

Amor sin tregua

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El cocodrilo se acercaba lentamente, acechando, nadando bajo el agua casi en su totalidad. Se dirigía hacia un niño, quien jugaba alegremente en la orilla del río que daba al patio trasero de su casa. La mamá estaba en la cocina llamando al hijo, que no había cumplido con lavar los platos. Se dirigió al río, suponiendo que lo encontraría por ahí. Casi al llegar, escuchó un grito aterrador e instintivamente corrió, solo para encontrar a su hijo tomado de una rama mientras la bestia intentaba sumergirlo apresando sus pies. Ella tomó al chico de las manos y jaló con todas sus fuerzas; pateó al animal para hacerlo desistir y siguió jalando. Después de gritos, forcejeos, patadas y jalones el animal se rindió y regresó al agua ya que, afortunadamente, era un ejemplar joven, que aún no alcanzaba todo su tamaño y fuerza. Cuando llegó la asistencia médica tuvieron que suturar las graves heridas de pies y piernas del niño. También tuvieron que suturar las palmas de sus manos pues la madre, en su intento de salvarlo, le encajó sus uñas con el ímpetu de los jalones. Con el paso de los años, las cicatrices tomaron significado: Las de las piernas recordaban el peligro de muerte; las de las manos, siempre serían señal de un férreo amor que no se rindió en ningún momento. Este es un testimonio verídico que leí en la revista Selecciones, hace muchos años.

Murieron también todos los israelitas de la época de Josué. Y así, los que nacieron después no sabían nada del Señor ni de sus hechos en favor de Israel. Jueces 2:10 DHH

Aunque el testimonio de esta familia es muy impactante, pudiéramos decir que es un evento inusual y poco probable para nosotros, pues la mayoría no tenemos un río con cocodrilos en el jardín trasero de nuestra casa. Sin embargo, es una expresiva representación de la lucha espiritual diaria que los adultos debemos hacer por los niños y jóvenes, especialmente los padres. En el pasaje bíblico del libro de Jueces, vemos que la generación que llegó a la tierra prometida después de 40 años de marchar por el desierto, falló en una importante tarea: enseñar a la siguiente generación a conocer al Señor. Los niños que crecieron durante el establecimiento de Israel en su regreso a Canaán jamás supieron de la promesa de Dios a Abraham, de la liberación de Egipto, de la apertura del mar Rojo, de la apertura del Jordán, de la victoria sobre Jericó, ni de ninguna de sus maravillosas obras a favor de su pueblo. Tampoco supieron de la Ley de Dios, que el Señor les entregó para darles identidad y para enseñarlos a vivir con sabiduría. Por lo tanto, no le conocieron, ni le amaron, ni le adoraron ni quisieron vivir para Él. Lo ignoraron y vivieron desenfrenada y neciamente, como cualquier nación pagana, sufriendo terribles consecuencias a lo largo de los siglos.
El mundo es como un río, en éste hay cosas lindas, como la frescura de su corriente y peces para admirar o comer. Pero también hay peligro de muerte: el enemigo siempre está al acecho, buscando aniquilar la vida espiritual de cada nueva generación, para que nunca conozcan al Dios que los ama y que quiere darles una vida abundante y eterna. Es mi oración que todos los adultos tengamos la fuerza para demostrar el amor de aquella madre, que no se dio por vencida y luchó sin tregua para salvar la vida de su hijo; que pongamos todo nuestro empeño por cumplir el trabajo que el Eterno nos encomienda con cada nueva generación y que entendamos que perseverar sin tregua en esta labor es la mejor manera de demostrar el amor. Pues a final de cuentas, la vida de de esos chicos está en juego y, un día, el Señor nos pedirá cuentas de ello.

Texto adicional: Deberán ser cuidadosos en obedecer fielmente estas leyes porque esa será la prueba de su sabiduría y entendimiento para las otras naciones que oirán de estas leyes y dirán: “Realmente, esta gran nación es de gente sabia e inteligente”…Pero sé cuidadoso en extremo para que no olvides lo que tus ojos han visto y no se borren de tu mente todos los días de tu vida. Enséñales todo esto a tus hijos y a los hijos de tus hijos. Deuteronomio 4:6, 9. PDT

¿Tendré la capacidad de hacerlo?

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Haciendo un recuento de mis metas personales, me di cuenta que la lista de tareas es ardua; vino a mi mente un famoso versículo que sale a relucir cuando necesitamos un incentivo para perseverar o para mantener el entusiasmo y la esperanza en que lograremos nuestros objetivos.

Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Filipenses 4:13 RVR1960

Lo curioso es que usamos este verso de una manera muy personal, es decir, en Cristo, puedo ganar ese concurso, perder peso, conseguir más dinero, orar más, controlar mi lengua, terminar mis obligaciones del día; en otras palabras, solemos usar este verso para completar las tareas que en realidad queremos hacer.

Sin embargo, en el contexto de  este versículo, vemos que incluye mucho más que nuestra lista de cosas por hacer. No se refiere a que Cristo nos da poder ilimitado para alcanzar cualquier meta, súper velocidad, súper creatividad, el mejor gusto o que podremos volar si nos lanzamos de lo alto. Se refiere a que podemos hacer cualquier cosa que el Espíritu Santo nos incita a hacer, incluyendo aquellas cosas:

-que no queremos hacer                   -que no sabemos cómo hacerlas
-que nos asustan                                 -que nos parecen repulsivas
-que nos parecen insoportables      -que son dolorosas
-que nos dan pena                              -que nos molesta hacer

Probablemente en nuestras metas no incluyamos tareas que nos avergüenzan o que son dolorosas, pero si el Eterno nos llama a realizarlas, tenemos que hacerlas y podemos hacerlas por el poder de Cristo en nuestra vida. Si el Señor me dice:

-“ama, aunque no te amen”, puedo hacerlo.
-“pide perdón, confiesa tu error”, puedo hacerlo
-“sé generoso, dale más de lo que te pidió”, puedo hacerlo
-“deja el prejuicio que tienes de esa persona”, puedo hacerlo
-“resiste esta etapa sin quejarte”, puedo hacerlo.

Dejando a un lado nuestra determinación o nuestra capacidad, podemos completar toda tarea que el Señor nos pida gracias a que Él mismo nos da la fortaleza para hacerlo, siempre y cuando estemos unidos a Él. El Señor ha depositado su fuerza en nosotros para que podamos dar fruto y servirlo cada día, en nuestras actividades cotidianas. Es mi oración que estemos dispuestos a vivir de la manera en que el Señor nos llama.

Textos adicionales:

  1. Yo soy la vid y ustedes las ramas. El que permanece en mí, y yo en él, producirá mucho fruto, pues separados de mí, ustedes no pueden hacer nada. Juan 15:5 PDT
  2. Doy gracias a aquel que me ha dado fuerzas, a Cristo Jesús nuestro Señor, porque me ha considerado fiel y me ha puesto a su servicio. 1 Timoteo 1:12 DHH