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A ustedes, los padres

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Ustedes los padres, no exasperen a sus hijos, para que no se desalienten. Colosenses 3:21

¿Qué tal los festejos de día del padre? ¿Mucha fiesta? ¿Un deliciosos restaurante? ¿O una reunión en casa del abuelo? Las historias y anécdotas abundan en cada familia, haciendo añoranzas de la niñez o remembranzas de un padre que ya no está más en esta tierra. Así como para el día de la madre hice un estudio, por el día del padre, quiero estudiar una cita, para ver lo que Dios quiere decirnos.

Hablando de un contexto, la iglesia levantada en Colosas estaba siendo víctima del sincretismo. Falsos maestros mezclaban ocultismo, prácticas paganas, legalismo judío y cristianismo. La carta fue escrita para asentar los fundamentos correctos, más allá de los errores o del parecer cultural de algunos. La carta a los colosenses es muy similar a Efesios, pues comparte cerca de 70 versos que son equivalentes, pero al mismo tiempo es única, pues contiene 28 palabras que no se encuentran en otro texto de Pablo y 34 que no aparecen en todo el nuevo testamento.

Habría que empezar el estudio por definir quienes son los padres. Esta palabra es “pater” en el original, la cual hace referencia a un padre, ancestro, patriarca, un protector, un maestro  e incluso a Dios como Padre. Aunque en español usamos la palabra padre para hacer referencia a mamá y papá, la Biblia usa una palabra específicamente en genero masculino. Esto significa que este verso está dirigido principalmente al padre de familia, más a que la madre. En nuestro país, mucho se ha dicho que la educación espiritual y moral de los hijos es responsabilidad de las mamás, pero la Biblia, dice otra cosa. Un padre debe ser un maestro, un protector y el principal guía espiritual. Obviamente que la mamá también debe guiar a sus hijos a Cristo; sin embargo, este verso nos muestra claramente el error cultural de sacar a papá de la ecuación. No hay excusa de que trabaja mucho, de que no tiene tiempo, de que a las nenas las enseña mamá, de que la que tiene que orar es exclusivamente ella.

Luego viene la palabra Exasperar. En griego, tiene un significado amplio: estimular, excitar, provocar, incitar. Si vemos un paralelismo con Efesios 6:4 entenderemos que la provocación tiene una connotación negativa, encaminada a la ira, a lastimar, irritar y enfurecer. Hay muchas maneras en que un padre puede exasperar a sus hijos. Lo más obvio es cuando hay un trato injusto ¡cuántos chicos claman que su papá les ha tratado injustamente! También se puede exasperar a un hijo, cuando se le maltrata, cuando se le humilla, cuando se le exige demasiado o se les exige aquello que no se le ha enseñado, cuando se le sobreprotege o cuando la disciplina es excesivamente dura. Pero hay otra manera terrible de exasperar a los hijos: cuando se les excluye, se les ignora, se les abandona, cuando no se atienden sus necesidades, cuando no se les muestra cariño. Como mamá de un par de adolescentes veo a muchos otros niños y principalmente niñas, que viven con un padre ausente. No hay divorcio, no hay problemas matrimoniales, pero hay un padre que no crea vínculo y unos hijos que no se sienten amados. No importa cuánto desarrollo laboral tiene el papá, hay hijos vacíos. No importa si el papá es un ciudadano ejemplar, los hijos están resentidos con papá. De manera inconsciente, papá dedica su vida a su profesión, ministerio o intereses personales, creyendo que hace las cosas bien. De manera inconsciente los hijos reflejan en su conducta el dolor de su corazón. No hay cariño, no hay amor, no hay una relación afectuosa, no hay un entrenador espiritual en casa a quien los hijos puedan admirar y por ello los chicos carecen de identidad espiritual pero lo peor es que, al igual que la iglesia de Colosas, muchos creen que esa es la norma aceptable, sin darse cuenta de que es la cultura del mundo insertada en la pequeña iglesia llamada hogar.

Cuando este texto habla de hijos, habla tanto de hijos naturales, como espirituales. Pero como el párrafo está hablando de los vínculos familiares, podemos entender que se trata principalmente de los hijos naturales, sin hacer distinción si son biológicos o adoptivos. Para una definición más abundante de hijos, leer el estudio «La mujer se salvará».

La última palabra del verso es desalentar, que viene del griego “adsuméo”, que significa sin espíritu, sin corazón, sin pasión, sin coraje. Esta es una de las palabras que no se repite en todo el nuevo testamento y que no tiene otra aplicación o traducción en otro versículo. Por lo tanto, descorazonar o matar el espíritu de los hijos es algo que se da en la casa, según se lee en este texto específico de colosenses. Tal vez un chico sufra la violencia de algún compañero de la escuela o de un familiar, pero nunca le afectará tanto como cuando el padre es quien hiere, conscientemente o sin querer. Es impresionante ver cómo las mayores heridas las recibimos en casa, por eso,  no es que las Escrituras dan esta instrucción a los padres solo porque sí, sino que es dada porque Dios sabe que sucede, si no fuera así, no habría necesidad de incluir este versículo. Pero la triste realidad, es que papá y mamá nos equivocamos a diario en nuestra labor y si no corregimos y enmendamos el daño, podemos abatir el espíritu de nuestros hijos. Con esto no digo que se deje a sus hijos sin disciplinar y que los dejemos hacer lo que quieran. No, sino que si se disciplina, es porque previamente se les ha enseñado y porque nunca falta el amor, el cariño, las buenas maneras. Lo que se busca es corregir, no herir. Cuando observamos a un hijo desanimado, descorazonado, con espíritu inerte, debemos intervenir con prontitud para restaurarlo y que vuelva a estar en la calidad espiritual que Dios planeó para el o ella ¡ese es el trabajo de un padre!

Aunque es un texto dirigido a papá, yo como madre, me pongo las pilas, tomo ejemplo y me pongo a trabajar en no exasperar a mis hijos. Seguro me voy a equivocar, pero estaré al pendiente, buscaré fortalecer el espíritu de mis hijos y ¿saben qué es lo que más me motiva a hacerlo? Saber que yo misma tengo un Padre celestial que está interesado en mí, que me ama, que vivifica mi espíritu y nunca me exaspera con su acciones. ¡El Eterno me ama!