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Tic-tac, tic-tac, tic-tac…

imageAl ser de un temperamento enfocado a las metas y a la creatividad, la paciencia nunca ha sido mi fuerte. Es algo en lo que he trabajado por años y debo confesar que no he cosechado muchos frutos porque la falta de paciencia suele estar relacionada con el desempeño de otras personas, es decir, la impaciencia brota porque otra persona no se apura a lograr lo que tiene que hacer, ya sea por desinterés, por falta de habilidad, por que no está enterada o porque simplemente se toma las cosas con más calma.
Cuando me doy cuenta que la impaciencia está relacionada directamente con otras personas, un foco de alarma espiritual se enciende en mi interior porque, cuando muestro impaciencia puedo herir a los demás con mi actitud, comentarios o expresiones faciales. Y vaya que puedo hacer expresiones faciales.

El que tarda en airarse es grande de entendimiento; el impaciente de espíritu pone de manifiesto su necedad.
‭‭Proverbios‬ ‭14:29‬ ‭RVR95‬‬

¡Impaciencia es igual es a necedad! Si no tengo paciencia soy torpe, perversa e insensata, todo eso al mismo tiempo, según las Escrituras. Mi oración es que el Señor me permita dar fruto en el área de la paciencia, porque ¿has visto lo lento que maneja el auto de enfrente? ¿Lo ineficiente que trabaja el cajero del banco? ¿Lo mucho que grita la persona de al lado? Cuando uno es impaciente, siempre parece que los demás son perezosos o descuidados, simplemente porque no van a la mismo ritmo que uno. Tal vez están haciendo todo bien, pero uno lo ve con otra perspectiva. Manifestamos necedad porque pretendemos ser mejores que la persona que no se desempeña a nuestro gusto. Así que por eso las Escrituras nos mandan que seamos humildes y, aunque la otra persona sea realmente la que se equivoca, nuestra actitud debe siempre mostrar amor, porque de vez en cuando también necesitamos que sean pacientes con nosotros.

Texto adicional: y que sean humildes y mansos, y tolerantes y pacientes unos con otros, en amor.‭‭ Efesios‬ ‭4:2‬ ‭RVR95

Cuando Dios responde «no»

image¿Alguna vez han pedido algo a Dios día y noche? ¿Alguna vez han orado por algo desde lo más profundo y sincero de su corazón?¿Alguna vez han orado por algo durante años? ¡Qué felicidad cuando por fin vemos el fruto de nuestra oración! ¡Qué gozo ver nuestros anhelos cumplidos! ¡Qué regocijo cuando la petición de nuestro corazón se ve materializada!
A veces eso que queremos está a una oración de distancia. Cuando recién empezaba a manejar, me daba nervios ir al centro por el mucho tráfico y lo difícil que era encontrar un lugar donde estacionar con facilidad. Entonces oraba y le pedía a Dios que me pusiera un lugar amplio para mi poca experiencia como conductora. Entonces sucedía. Justo en medio del caos vial había un lugar esperándome para que yo llegara y lo tomara. Se me hacían agua los ojos y le daba gracias al Señor por bendecirme aun en esas pequeñeces tan cotidianas. Pasó el tiempo, me hice cada vez mejor conductora y Dios dejó de responder esas oraciones. Yo ya tenía la habilidad para resolver la situación de otra manera, seguir orando por un lugar era como abusar de la gracia, mis oraciones ahora eran más profundas, ya no oraba por lugares, sino por la salvación de mi familia. Entonces sucedían los milagros. Mi hermano, mi mamá, mi papá… Todos viviendo para Jesús.
A lo largo de mi vida he orado por muchas cosas, por las cosas grandes y por las pequeñas, por las trascendente y por las insignificantes. Debo decir que El Señor siempre ha contestado cada oración; sin embargo, su respuesta no siempre ha sido la que yo esperaba oír. A veces ha sido, «espera, más adelante»; otras veces ha sido: «tú pediste dos, pero toma 20» (y todo lo que eso implica); otras veces su respuesta suena como «sé que tú querías manzanas, pero te voy a dar uvas». La respuesta que más me cuesta trabajo aceptar es «no».

Pidan, y se les dará, busquen, y encontrarán, llamen, y se les abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe, y el que busca, encuentra, y al que llama, se le abre.»
‭‭Mateo‬ ‭7:7-8‬ ‭RVC

Al que llama se le abre, invariablemente, siempre, cada vez. Nuestro Padre Celestial nos atiende cada vez que acudimos a Él. El sacrificio de Jesús y su resurrección, ha hecho posible que las puertas de nuestro Padre estén siempre disponibles para los que nos hemos convertido en sus hijos. Si las Escrituras dicen con toda certeza, que si llamamos, se nos abrirá, si pedimos, se nos dará ¡no debemos dudarlo porque es cien por ciento seguro!
Y es aquí donde aparecen los «peros», las veces dónde podríamos decir que Dios no ha contestado alguna oración, especialmente aquella por la que hemos orado unas mil veces y no vemos una respuesta, ni un resultado favorable. Tal vez oraste por un terrible examen de matemáticas y lo reprobaste; o quizás oraste por un empleo que no te dieron; probablemente oraste por un milagro de salud y la enfermedad prevaleció. Ya he estado ahí, cuando he orado esperando una respuesta definida, es decir, orar para que Dios haga algo específico y al final sucede otra cosa ¡sí sé lo que se siente! Lo que he aprendido de ello es que Dios sí escuchó mi oración, sí respondió mi llamado, pero él decidió decir algo diferente a lo que yo quería oír, decidió responder a mi oración con un no. Ese no puede ser un «no ahora» o puede ser un «no» definitivo e irrevocable ¡pero Dios sí escucha! ¡Dios siempre responde!
Lo que hacemos con su respuesta es otra historia. Podemos aceptar humildemente su voluntad y vivir agradecido por las cosas que nos ha dado o podemos ser como niños berrinchudos cuando papá dice que no al helado de chocolate. ¿Por qué ese papá dice que no al helado? Puede ser porque el niño tiene amigdalitis o porque no comió sus verduras o porque ya es hora de dormir o porque simplemente tiene que aprender a postergar o porque hay un gran pastel esperando en casa o por alguna otra buena razón. Pues bien, nuestro Padre Celestial puede decidir no darnos algo que pedimos por alguna muy buena razón y él puede decidir darnos una explicación o no darla ¡Es Dios! Nuestra postura debe ser de total confianza de que si su respuesta es no, es porque no lo necesito, no me conviene, no es el tiempo o no es para mí. Si en verdad he rendido mi vida a El, debo confiar plenamente que su respuesta a mi oración es la mejor respuesta, no hay otra mejor; por lo tanto no debo amargarme al no obtener lo que quería en el tiempo y la forma que lo quería. Tal vez esta idea no es tan popular ni alentadora pero sí me permite vivir con gratitud y satisfacción. No importa si estaba orando porque cayera en el país deseado cuando jugaba al turista o por un milagro de salud. Yo debo seguir orando, sin cesar; y sea cual sea su respuesta, debo mostrar contentamiento, siempre, sin perder la paciencia ni la fe. Me ha costado aprenderlo, pero he visto la mano de Dios tantas veces en mi vida y en la de mi familia que he aprendido a confiar.
¿Qué hay de ti? ¿Eres un hijo de Dios contento o berrinchudo? ¿Aceptas un no como respuesta? ¿Cómo actúas cuando tu oración no es respondida de inmediato y debes perseverar?

Texto adicional: El Señor no aparta sus ojos de los justos; sus oídos están siempre atentos a su clamor. Salmos‬ ‭34:15‬ ‭RVC‬‬

 

El que espera ¿desespera?

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«El que espera desespera», dice el dicho. No soy muy buena esperando, me gusta que las cosas sucedan en el tiempo más rápido posible. Entiendo que hay cosas que necesitan cierto tiempo, como un pastel en el horno, pero no me gusta que las cosas tomen más tiempo que el que se supone deberían tomar.
En una ocasión estaba comprando lo necesario para una cena y corrí a formarme en la fila más corta: solo una persona frente a mí, a la que ya estaban atendiendo. Puse mis compras en la banda y saqué mi cartera. Al estar justo en la caja, 10 minutos de espera me parecieron eternos. Hubo un error en el código de un producto, la cajera se equivocó en otro, el cliente tuvo un problema con su forma de pago y una duda con su tarjeta de puntos. Estuve tentada a cambiar de caja, pero la fila que se había hecho detrás de mí no me lo permitió. Pensé en apurar al cajero, llamar al gerente o decirle al cliente si me dejaba pasar en lo que él resolvía sus asuntos, pero como mi desesperación iba en aumento que pensé que si abría la boca diría algo impropio. Finalmente, salí de la tienda y el día transcurrió sin mayores alteraciones.

En las Escrituras nos encontramos con varias historias de personas que no supieron esperar y eso siempre trajo consecuencias:
— Eva no esperó para comer la fruta prohibida
— Los hijos de Israel no esperaron a que Moisés bajara de la montaña.
— El rey Saúl no esperó a Samuel para que presentara sacrificios
— David no esperó a preparar a los sacerdotes y transportó el arca en una carroza
— Pedro no esperó indicaciones de Jesús y cortó la oreja del soldado.

El SEÑOR es mi porción –dice mi alma– por eso en El espero. Bueno es el SEÑOR para los que en El esperan, para el alma que le busca. Bueno es esperar en silencio la salvación del SEÑOR. ‭‭Lamentaciones‬ ‭3:24-26‬ ‭LBLA‬‬

¡Cuántos sin sabores se evitarían si supiéramos esperar pacientemente el tiempo de Dios! Nos evitaríamos consecuencias en la mayoría de los casos. En las situaciones triviales como mi fila en la caja, al menos me hubiera evitado un mal rato; no hubiera perdido la calma por algo irrelevante, pues mi día no se vio afectado en lo más mínimo.
Cuando no me queda más remedio que esperar, trato de aprovechar el tiempo «muerto» con alguna otra actividad; sin embargo, últimamente he aprendido que mientras espero tengo una excelente oportunidad para ejercer el fruto del Espíritu. Mientras esperamos podemos mostrar amor a quienes esperamos; mantener la paz en la situación; conservar el gozo, en lugar de enojarnos; mostramos paciencia cuando aguantamos estoicamente; podemos mostrar excelencia en las actitudes; bondad con los que no tienen qué ver en la espera pero que se cruzan en nuestro camino; fe para mostrar confianza en que saldremos adelante; gentileza con todos, implicados y ajenos a la espera; dominio propio o continencia, para poder esperar correctamente. ¡Cuánto más necesitamos el fruto del Espíritu cuando es al Señor a quién estamos esperando!
Me queda claro que la espera es un ejercicio para dar fruto, así que, ya sea que esté esperando a una persona o a Dios, más me vale no desesperar y que dicha espera sea fructífera.

Textos adicionales:
¡Espera en el Señor! ¡Infunde a tu corazón ánimo y aliento! ¡Sí, espera en el Señor!
Salmos 27:14 RVC
Ustedes, los que esperan en el Señor, ¡esfuércense, y cobren ánimo!
Salmos‬ 31:24‬ ‭RVC‬‬
Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido. ‭‭
Salmos‬ ‭25:3a‬ ‭RVR1960‬‬

¡No me ganes mi lugar!

ImagenEstaba llegando al centro comercial y buscaba dónde estacionarme. Al rodear la glorieta que me llevaría al estacionamiento techado, un auto aceleró y se pasó el alto para entrar antes que yo. Como supuse, entró lentamente al área sombreada buscando lugar. Y el primer pensamiento que me vino a la mente fue «este auto me va a ganar el lugar que yo hubiera ocupado si no se hubiera pasado el alto». Al llegar al fondo del estacionamiento dimos vuelta en «U» y mis pensamientos se vieron confirmados: tomó el único lugar vacío. Así qué continúe avanzando de regreso al inicio del estacionamiento un poco molesta. Cuando volví a dar vuelta en «U» para reiniciar la búsqueda, el auto del segundo cajón empezó a salir. Entonces, en ese pequeño instante El Eterno tocó mi corazón. 

Mis planes para ustedes solamente yo los sé, y no son para su mal, sino para su bien. Voy a darles un futuro lleno de bienestar. Jeremías 29:11 TLA

Me estacioné, me bajé del auto y, mientras caminaba hacia el restaurante, le dije a mi hijo: Dios es tan bueno que tenía reservado un mejor lugar para nosotros que el que yo hubiera encontrado por mí misma. Él me contestó: Y usó al hombre del otro carro para que ocupara el lugar del fondo y nosotros tuvimos que reiniciar la búsqueda para encontrar un mejor lugar al principio del estacionamiento. 
¿Cuantas veces el Altísimo envía personas o situaciones que nos «ganen» aquello que parece muy bueno? 
¿Cuantas veces creemos que nuestra idea es la más conveniente?
¿Cuantas veces nuestra percepción de las cosas es limitada respecto a la perspectiva de Dios?
¿Cuantas veces creemos que lo que queremos es lo mejor a lo que podemos aspirar?
Nuestro Padre celestial siempre está trabajando en nosotros y siempre está mostrando su inmenso amor por sus hijos, en los grandes eventos de la vida así como en los pequeños detalles cotidianos. 
Nosotros debemos tomar cada día como una oportunidad para ver la bendición de Dios, en lo agradable y en lo desagradable porque,  a veces, Él usa «intermediarios desagradables» para bendecirnos y llevarnos a un mejor lugar, tal como la persona que me ganó «mi» lugar. Es bueno reconocer que mi Padre Celestial tiene mejores cosas para mí que lo que yo alcanzo a querer.
Qué alegría saber que Jesús está preparando el mejor lugar para que viva con él; mientras tanto, en esta vida me da probaditas de Su amor, pequeñas muestras de lo grandioso que será estar siempre con Él; en otras palabras, las bendiciones que él me da en esta tierra no se comparan con las bendiciones que tendremos en la vida que viviremos con él en la eternidad ¡Seamos pacientes!

Verso extra: »Cuando el ladrón llega, se dedica a robar, matar y destruir. Yo he venido para que todos ustedes tengan vida, y para que la vivan plenamente. Juan 10:10 TLA