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Un estándar para evaluar personas

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Siempre me ha gustado la escuela. Me gusta aprender y me gusta enseñar, disfruto mucho estudiar y me encanta preparar clases. Cuando era niña me encantaba jugar a la escuelita y me gustaba ser la maestra. Cuando estaba en la preparatoria, daba clases de matemáticas los sábados a los alumnos que tenían dificultades. Más tarde, ya en la universidad, ayudaba a dar clases de danza. Ya titulada, mi segundo empleo fue dar clases.

Como para mí la educación es algo tan valioso, yo solía pensar que las personas que eran dedicadas en sus estudios, eran mejores persones que las que no lo eran. Sin importar las calificaciones finales, me gustaba ver compromiso y dedicación en los estudiantes, ya sea que fueran mis compañeros o mis alumnos; yo veía las cosas «si es dedicado en al escuela es buena persona» y viceversa. Mi estándar de calidad humana estaba medido por el compromiso académico. Pero un día me sucedió algo y empecé a darme cuenta que así no funcionan las cosas: Yo estaba en los primeros meses de embarazo de mi hijo y esperaba a que el maestro de la clase previa saliera del salón para yo entrar a dar mi clase. Empecé a sentirme mareada, como que me iba a desmayar y, para mi sorpresa, acudieron a socorrerme las alumnas que tenían el más bajo rendimiento del grupo, las que no trabajaban, no se esforzaban, no entregaban las tareas y platicaban toda la clase. Aunque ellas no tuvieran el mismo interés académico que yo, eran capaces de tener otras virtudes.
Unos años más adelante, me encontré con otro peculiar grupo de alumnos. Los alumnos talentosos y aplicados, también usaban drogas. Alumnos que eran descuidados e impuntuales en las clases, trabajaban para ayudar al sostén de su familia. Así que he aprendido algo: Mi estándar de calidad humana es de lo más imperfecto que hay. Tal vez tú midas a las personas según otra lente, tal vez las midas por el dinero que tienen o por la talla de su cintura o por algún talento deportivo o artístico o por su apellido o éxito profesional o por su carisma/popularidad o por su altruismo o por la facilidad que tiene para memorizar citas bíblicas o por su perfecta asistencia y puntualidad a los servicios dominicales.
¿A dónde voy con todo esto? A que cualquier estándar que nosotros podamos tener para evaluar y etiquetar a las personas de nuestro alrededor suele ser imperfecto y totalmente tendencioso porque evaluamos a las personas según nuestras propias preferencias y prioridades. Por otro lado, el Dios Eterno, evalúa a las personas según otro estándar más perfecto, divino, sagrado, que ninguno de nosotros es capaz de utilizar:

Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá? Yo Jehová, que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su camino, según el fruto de sus obras.
‭‭Jeremías‬ ‭17:9-10‬ ‭RVR1960‬‬

Dado que solo él tiene la capacidad de conocer a fondo los corazones y mentes, solo él puede saber exactamente de qué está hecha una persona. Solo él puede juzgar la calidad humana. Solo él puede dar el veredicto final acerca de alguien, independientemente de la opinión de los demás o incluso de la opinión que uno tenga de sí mismo, de si uno se cree muy bueno o si creemos que somos nefastos. Cualquier estándar humano para medir la bondad o maldad de una persona es falible pero, si nosotros queremos tener una idea de si estamos haciendo las cosas bien o mal, podemos hacer dos cosas:
1. Dejar de mirar a los demás y mirar nuestra persona.
2. Evaluarnos a la luz de las Escrituras.
Dios nos ha dado en su Palabra el más perfecto estándar de lo que debemos ser. Sin lugar a dudas, es el criterio exacto que nos dicta el camino que más nos conviene para que obtengamos el mejor fruto de nuestra vida. Al leerla podemos encontrar luz, una dirección, propósito y sentido a nuestras vidas; no tenemos que usar lentes imperfectas para inspeccionar a las personas, sino que la Biblia misma pone de manifiesto quienes somos y quienes podemos llegar a ser.
Así que rompí mis lupas, tiré mi rollo de etiquetas y me dediqué a leer la Biblia más a menudo.

Texto adicional: La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que las espadas de dos filos, pues penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Nada de lo que Dios creó puede esconderse de él, sino que todas las cosas quedan al desnudo y descubiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que rendir cuentas.
‭‭Hebreos‬ ‭4:12-13‬ ‭RVC‬‬